Puedo testificar que alrededor del 90% de las personas que conozco temen ir al dentista, literalmente tienen miedo de que se realicen procedimientos odontológicos dentro de su boca.
Esto trae como consecuencia el abandono de la cavidad oral; la mayoría de pacientes acuden a consulta cuando tiene un dolor muy fuerte, un proceso infeccioso activo, fractura de algún diente o pérdida dental.
Sin embargo, el error precisamente radica en ese detalle, en dejar para último momento la resolución de un problema bucal, ya que, mientras más tiempo pasa más invasivo será el tratamiento y pudiera aumentar la ansiedad del paciente en consulta, alejándolo cada vez más para una próxima ocasión.
Cuando la fobia al odontólogo es muy marcada e imposibilita la atención adecuada, se puede acudir a la sedación del paciente con la asistencia de un anestesiólogo.
No es saludable ir al odontólogo sólo cuando se tiene un problema insostenible, no es bueno que ciertos miedos se conviertan en fobias, sobre todo si se trata de tu salud.
Actualmente existen demasiados recursos en odontología para proveer una cita dental más placentera, llevadera, corta y libre de dolor.
Es peor dejar la boca dañarse que ser valiente e ir a consulta para evaluar y sanar la cavidad oral.
Dios te bendiga abundantemente.
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