El sueño imposible

El sueño imposible

El sueño imposible

Lady Reyes, editora de Vida y Estilo, periódico El Día.

Hay sueños que realmente se vuelven imposibles. Y cada vez que avanzan los días lo confirmo más y, aunque soy de las que piensan que “todo puede ser posible”, he ‘tirado la toalla’; y dejé de pensar que puede ser realidad una ciudad ordenada, limpia y segura, pero sobre todo una donde la mayoría sea consciente, educada y respetuosa.

Confieso que cada día que pongo un pie fuera de mi casa lo hago con cierto pánico, toda la familia ora en el trayecto de salida y nuestra primera petición al Creador es “te pedimos que no seamos portadores de mal ni recibamos mal alguno”.

Es una rutina en la que nos encomendamos antes de encontrar tapones, conductores frenéticos que luchan entre sí ante el desorden de una ciudad que ningún político ha querido o logrado ordenar.

En verdad que la ciudad crece, cada vez son más los autos que se suman al parque vehicular y son pocos los que, por su estado de deterioro, salen de él, pues la ‘Revista’ es usada como una mera forma de recaudar impuestos y no como filtro para sacar los vehículos que ya no están en condiciones de transitar.

Las calles se hacen chiquitas para tantos vehículos y, desde un tiempo para acá, Santo Domingo es un solo tapón, lo que se agudiza con las fiestas de fin de año y es ahí cuando la preocupación se anida y se acude a la providencia.

Crecimos en el desorden y en el mismo nos hemos quedado por muchas razones, pero las básicas han sido la falta de planificación de las alcaldías, los ministerios relacionados al problema y la poca disposición gubernamental, a lo que se le suma la falta de educación y conciencia de nuestra población.



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