Santo Domingo.-El sistema sanitario en el país cuenta con dos modelos de atención en materia de salud.
El primero es el que utilizan los hospitales tradicionales, como el José María Cabral y Báez, Juan Pablo Pina, Toribio Bencosme, Jaime Mota, Antonio Musa, Francisco Moscoso Puello, Darío Contreras, Robert Reid Cabral, maternidades Nuestra Señora de la Altagracia y San Lorenzo de Los Mina, donde el paciente pasa todas las vicisitudes para recibir los servicios que la misma Constitución del país establece se les garanticen.
Una persona que visite uno de esos centros en busca de salud debe llegar a las 4 o 5 de la mañana para tomar un turno. El objetivo de esto es ver si corre con la suerte de ser atendido ese día.
En caso contrario, es recibido por el médico de turno, este lo chequea y le indica el análisis según su estado de salud; pero además, la secretaria que maneja la agenda de las citas se la asigna para dos meses después. Y aunque usted proteste, así se queda.
Pero la situación no se limita a ese aspecto. Anteriormente se pagaba una cuota de recuperación (que fue eliminada) por cualquier tipo de procedimiento que se fuera a realizar.
Aunque ya no se paga, si el centro no cuenta con los insumos para realizarle los análisis que le ha indicado el especialista, el paciente termina sacando de su bolsillo los recursos económicos para esos fines.
En otros casos, si usted está interno, la situación puede ser peor, ya que si necesita algún tipo de fármaco y el centro sanitario no lo tiene, el médico le da una receta al enfermo o al familiar que le acompaña para que lo compre y se le aplique. Mientras eso ocurre, el riesgo de complicarse aún más la situación del paciente va en aumento.
Este es el círculo vicioso en que se mantiene la población que asiste a esos centros sanitarios.
La otra cara
El otro modelo, denominado el “hospital del futuro en el presente”, se observa en hospitales como el Marcelino Vélez Santana, Juan Bosch, Centro Cardio-Neuro-Oftalmológico y Transplante (Cecanot), Vinicio Calventi, Ney Arias Lora, Hugo Mendoza y Materno Dr. Reynaldo Almánzar ”.
Cuando el paciente llega a estos centros sanitarios lo primero que hace, antes de llegar donde el médico, es ser registrado en el sistema de admisión, el cual facilita a la persona poder realizar la programación de su cita automáticamente.
Dependiendo de su condición de salud (si padece alguna enfermedad crónica) puede hasta programarla por la vía telefónica.
En estos centros los galenos trabajan en dos turnos y por día se les asigna una determinada cantidad de pacientes para ser atendidos en base a tiempo estándar (el médico debe tardar un promedio de 12 minutos por persona).
Además, toda la información del paciente está computarizada, lo que permite al galeno saber cuál es su historial clínico.
Otra de las bondades que ofrece este sistema es que permite evaluar objetivamente la condición socio económica del paciente, el cual, si no tiene los recursos, recibe el apoyo económico total del hospital.
En ese sentido, todos los centros poseen informes del total de descuentos y exoneraciones que aplican a cada paciente necesitado.
Hospitales del futuro
Roberto Cerda, presidente de Cergo Consulting Group, creador de este modelo, explica que la mayor ventaja de este es que los resultados se pueden medir, lo que contribuye a que en el centro pueda planificarse en base a su población y necesidades de salud.
También, estos datos analizados, según explica Cerda, permiten a los gerentes de cada hospital aplicar planes con los cuales pueden obtener mejores resultados en los distintos renglones de los centros sanitarios.
Sobre el aspecto financiero, el presidente de la empresa indicó que la subvención que el Estado les otorga a los centros solo cubre entre el 40 y 60 % de su presupuesto y que generalmente lo dedican al pago de nóminas.
“El dinero que recaudan por las ventas de servicios a las Administradoras de Riesgos de Salud del Sistema Dominicano de la Seguridad Social les ayuda a cubrir entre el 40 y el 60 por ciento del presupuesto de los hospitales”, apunta.
Sostiene que las exoneraciones que se les hacen a los pacientes por servicios no les son retribuidas por el Estado, lo cual reduce sustancialmente la asignación económica del Gobierno, es decir, que estos hospitales no le facturan los gastos en lo que incurre una persona que vaya en busca de atención sin dinero.
Aclaró que al afectado se le hace la factura de los consumos durante su atención, con la finalidad de que él comprenda los gastos en que incurrió el hospital para recuperar sus salud. Y también le sirve al centro como una forma de medir la cantidad de dinero invertido en ayuda social.
Cerda lamentó que muchas personas creen que estos centros reciben grandes asignaciones presupuestarias, cuando no es la realidad, “en muchas ocasiones estos reciben menos recursos económicos que los que se les otorga a los hospitales tradicionales”.
Estos centros son supervisados y fiscalizados a todos los niveles.
Autorización para facturar
Hace poco los hospitales dentro del modelo tradicional fueron habilitados para poder vender sus servicios a las aseguradoras.
Muchos afiliados al sistema de la Seguridad Social que están dentro del Régimen Contributivo que asisten a estos centros de salud, reciben los servicios, pero el centro como tal no recibe los beneficios económicos con los cuales podría mejorar y mantener el centro de salud.
Una desventaja que tienen estos espacios públicos y que pertenecen a la Red Única del sistema sanitario es que las ARS se apoyan en la Ley 87-01 de la Seguridad Social para contratar los servicios que allí se brindan.
Esta ley establece una serie de requisitos para poder comprar los servicios a esos hospitales. En el caso del Renglón Subsidiado, la población puede acceder a todos los centros de la red pública y el Estado, a través de la Seguridad Social, les paga a esos centros asistenciales por los servicios brindados.
Otro aspecto negativo por el que atraviesan todos los hospitales en sentido general, sin importar el modelo, es que la Seguridad Social les paga los servicios que brindan muy por debajo del costo, lo que contribuye a que se ahoguen en más deudas.