El síndrome de vejiga hiperactiva es un padecimiento que suele afectar a un gran número de mujeres de más de 40 años de edad; especialmente aquellas de edad avanzada. Dicho padecimiento provoca que de manera súbita y frecuente, más de seis veces al día y más de dos veces por la noche, se presente una urgencia por orinar o incontinencia urinaria ocasionada por acciones como estornudar o toser, ejercitarse, reír o levantar algo pesado, debido a que los músculos de la vejiga se encuentran demasiado débiles o muy activos.
Aunque en algunos casos las causas que originan la vejiga hiperactiva son desconocidas, se puede encontrar que en otros puede ser originada por:
Embarazo.
Sobrepeso u obesidad.
Diabetes no controlada.
Edad avanzada.
Antecedente de accidente vascular cerebral, esclerosis múltiple o enfermedades mentales (en estos casos en realidad el nombre del padecimiento es vejiga neurogénica).
Enfermedades de la columna (traumas medulares o antecedente de cirugía de pelvis o columna).
Tabaquismo.
Los síntomas pueden ser:
Fuga de orina, que pueden ir desde gotas hasta chorros, al toser, ejercitarse, levantar objetos pesados.
Incapacidad de sostener la orina el tiempo suficiente para poder llegar al sanitario.
Algunos consejos que pueden resultar útiles para minimizar las molestias que el síndrome de vejiga hiperactiva puede tener son:
Reducir la cantidad de líquido consumido durante el día, que normalmente deben ser aproximadamente de uno a dos litros, sin incluir los 300 a 500 mililitros que nos aportan los alimentos.
Los tratamientos se enfocan en el entrenamiento de la vejiga con ejercicios de Kegel y en algunas ocasiones con medicamentos. Se puede recurrir a terapia conductual que se dirige a modificaciones en los hábitos de micción y de ingesta de líquidos de la persona, este tipo de terapia ha demostrado tener excelentes resultados.
Se pueden llevar a cabo las siguiente recomendaciones para evitar el riesgo de padecer vejiga hiperactiva:
En caso de tener sobrepeso u obesidad se debe disminuir éste evitando el sedentarismo y realizando ejercicios de manera apropiada y rutinaria.
Evitar el consumo de líquidos, por lo menos una hora antes de dormir.
No consumir bebidas gasificadas.
Evitar el tabaquismo.