El sexo débil
Se supone que las mujeres somos el sexo débil. Débil, porque los hombres son mas musculosos; mas altos, y mas bocones que nosotras.
También muchas nos hemos convencido de que debemos ser protegidas. Necesitamos de un príncipe azul que nos salve y convierta en reina.
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Historias absurdas que nos han mandado directamente a la cocina a preparar los alimentos de nuestros reyes mandones, a cambiar pañales sucios, mientras los adorables reyes miran la televisión o juegan en sus teléfonos algún jueguito muy animado, y todo a cambio de la utópica idea de la felicidad que nunca llega.
Hasta la década de los 60s, en una familia tradicional las mujeres cuidaban de la casa y la familia, mientras los hombres trabajan en el campo o en otras labores para producir los ingresos.
Para la década de los 70s y durante la guerra de Vietnam las mujeres fueron inducidas a pensar que no eran tan débiles e indefensas y que podían y debían integrarse a la producción industrial, esto así porque la mayor población de hombres en edad productiva estaban en los campos de batalla y se necesitaba mano de obra.
Las mujeres, nueva vez fueron adiestradas a la voluntad de los hombres y produjeron cuanto se les pidió. A partir de ese momento somos mas activas en la producción económica pero sin dejar de lado las labores anteriores.
Entonces empezamos a hablar de igualdad, liberación y otros términos asociados que en realidad nos mantienen esclavas.
A través de la historia hemos demostrado que no somos débiles, mucho menos tontas o brutas pero si ingenuas. Es tiempo de seguir creciendo en independencia emocional, física y profesional.
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