El Seibo carece de la vitalidad para aprovechar el impulso del turismo

El Seibo carece de la vitalidad para aprovechar el impulso del turismo

El Seibo carece de la vitalidad para aprovechar el impulso del turismo

El guía señala uno de los dos samanes que flanquean el edificio del teatro en la Plaza de la Cultura de El Seibo y a la derecha lo que fuera la cárcel para hombres.

SANTA CRUZ DE EL SEIBO.-El Gobierno asegura que El Seibo ha sido puesto en el camino por el que se llega a un desarrollo apropiado del turismo como negocio, como vía para la diversión de nativos y extranjeros y como fuente de empleos.

Los seibanos del municipio, en cambio, ven en las inversiones públicas y privadas una oportunidad para poner a Miches en el mapa del turismo internacional que desde los años 70 del siglo pasado ha hecho de la costa norte una franja espectacular del país.

Y tienen razón, porque Santa Cruz de El Seibo, el municipio cabecera, está lejos de las playas, como lo está Higüey, en la vecina provincia de La Altagracia, y Hato Mayor, que le queda al oeste.

Si habrá oportunidades para los seibanos, con estas inversiones y atención del gobierno en torno del potencial de Miches, tendrá que ser sobre la base del cultivo de productos agrícolas y la crianza de animales para suplir una parte del consumo cuando el interés por este punto de la bahía de Samaná sea puesto en el lugar que le corresponde.

Cuando se busca en el pueblo y sus alrededores para destacar los puntos de interés puestos por la naturaleza o por los hechos de sus hijos para el aprovechamiento de la comunidad, se pueden enlistar cuatro monumentos y un lugar.

Los monumentos
Poco antes de entrar al pueblo por el oeste se puede ver sobre un otero una estructura levantada para rememorar la batalla de Palo Hincado, aquella del 1808, con la que inició el fin de la denominada Era de Francia en la historiografía dominicana.

Es sólo eso, un hito para recordar, porque en su entorno no hay nada por lo que una persona de esas que buscan esparcimiento pueda detenerse más de diez minutos.

Al fondo el deteriorado reservorio del viejo acueducto.

Una vez en el municipio, en el centro del pueblo encontramos otro monumento, este de carácter fálico, rodeado de tres cañones de los días coloniales que según la memoria de algunos seibanos fueron recogidos en la sabana donde tuvo lugar la batalla de Palo Hincado, por lo que se les supone abandonados por los restos de las fuerzas francesas cuando huían tras la derrota.

La columna que guarnecen está dedicada al general Eugenio Miches, uno de los caudillos de la etapa posterior de la independencia nacional, incluida la guerra contra España.

A unos 150 metros de este monumento hay una iglesia construida en el siglo xviii, cuando la isla era colonia de España y tenía el control efectivo de la parte Este, porque la Oeste le estaba siendo disputada por Francia.
El cuarto de estos monumentos es más reciente, de poco más de un siglo: la fortaleza construida en lo más alto de una colina sin igual en la comunidad, en los otros municipios del Este y acaso en el país.

El municipio tiene, además, el lugar donde estuvo el hato de El Prado, que pudiera ser parte de la ruta de Pedro Santana, y una hermosa carretera a través de la cordillera, la única en el Este del país, en trance de ser abandonada por una autovía todavía en la cabeza de los funcionarios.

Para beneficiarse
¿Se puede pensar en el turismo en sí mismo como una vía para llevar el desarrollo económico a Santa Cruz de El Seibo? No. Como se valora hoy día para los fines dominicanos, el turismo está hecho de playas, agua, sol y hoteles.

Si algo puede hacer este negocio por comunidades como esta, alejadas de las playas, como Salvaleón de Higüey, Hato Mayor del Rey, Bayaguana, Monte Plata y muchas otras, es estimular las iniciativas particulares y apoyarlas allí donde surjan, con la finalidad de generar una forma de las exportaciones consistente en la venta de productos locales a extranjeros alojados en los núcleos turísticos.

Pero algunas comunidades mediterráneas como Santa Cruz, han llegado a niveles de pobreza de tal profundidad que hasta la visión de las oportunidades les resulta difícil, por no decir imposible. Imagínese que esta comunidad ha sido engañada durante más de diez años por los administradores de lo público con la reconstrucción del hospital del municipio, el Doctor Teófilo Hernández, y no ha sabido reclamar que sea terminado.

Lo más vital de la juventud se ha ido a Punta Cana, La Romana, San Pedro de Macorís y Santo Domingo, los ingresos más firmes se originan en entre servidores público —maestros, jubilados del Estado, empleados de los ayuntamientos, el comercio, directamente del gobierno vía Gobernación y el motoconcho—, es decir, carece de vitalidad económica y por tanto social.

En lo más alto
Cuando se transita por la vía principal del pueblo y se mira hacia la colina coronada de edificaciones como un sombrero de dos picos, el caminante puede preguntarse, ¿qué es todo esto? Y alguien pudiera explicarle: allí tenemos el hotel Santa Cruz, a continuación las ruinas de la Plaza de la Cultura, el reservorio inservible del viejo acueducto y un edificio que una vez fue del Partido Dominicano donde tiene su asiento el destacamento de la Policía y Digesett.

De todo esto lo único en buen estado es el edificio de la Policía. Lo demás es decrepitud plena y abandono, empezando por el hotel, cedido por el Estado a un supuesto chino, que si ha aportado un centavo por ese negocio habrá sido a funcionarios, porque al edificio sólo le ha faltado derrumbarse.

Otra obra

— El hospital
Nadie parece en condiciones de imponerle a los contratistas del hospital Doctor Teófilo Hernández el cumplimiento de lo pactado, cuando hace más de diez años asumieron la reconstrucción.