Durante uno de los talleres de Sociología de la Comunicación que impartimos en el Centro de Análisis y Estudio de la Comunicación en República Dominicana (CAESCO), veíamos como en la era de la información digital, la proliferación de medios de comunicación, redes sociales y el ascenso de los influencers ha llevado a un cambio significativo en la forma en que consumimos y compartimos noticias.
Sin embargo, durante los trabajos que realizamos en ese taller de CAESCO, también concluimos que argumentar que los fenómenos citados anteriormente sustituyen completamente al periodista sería simplificar en exceso la complejidad del ejercicio periodístico y subestimar su valor esencial en la sociedad contemporánea.
La democratización de los medios y la influencia de las redes sociales han brindado a individuos la capacidad de compartir información instantáneamente, pero esto no garantiza la calidad, veracidad o contextualización que aporta el periodismo. Los periodistas, con su formación y ética profesional, desempeñan un papel crucial al filtrar, investigar y verificar la información, proporcionando un marco confiable para la comprensión de los acontecimientos.
Es cierto que como en otras áreas hay profesionales cuya calidad en su trabajo es cuestionable, al igual que su ética, pero pensarlos como una muestra representativa de su sector no hace de este pensamiento un axioma.
Los influencers Vs. los periodistas
Aunque los influencers pueden tener un alcance masivo, su enfoque a menudo se centra en el entretenimiento y la personalidad, mientras que el periodista debe buscar objetividad, investigación a fondo y la presentación imparcial de los hechos. La expertise del periodista, tanto en la cobertura de noticias locales como en asuntos globales, aporta un nivel de profundidad y análisis que va más allá de la inmediatez de las redes sociales.
La confianza pública es un pilar fundamental en la comunicación informativa, y los periodistas, al adherirse a códigos éticos y estándares profesionales, contribuyen a establecer y mantener esta confianza. La credibilidad del periodista proviene de la responsabilidad de informar con integridad, un rasgo que a menudo se diluye en el mundo de los influencers y las redes sociales, donde la verificación rigurosa puede ser pasada por alto en aras de la viralidad.
Aunque la democratización de los medios y la influencia de las redes sociales han transformado la forma en que accedemos a la información, el papel del periodista sigue siendo irremplazable. La sociedad necesita profesionales capacitados que proporcionen una perspectiva fundamentada, verificada y ética en un panorama informativo cada vez más complejo, fragmentado, lleno de verdades relativas y medias verdades. La democratización no suplanta, sino que destaca la necesidad persistente de periodistas comprometidos con la verdad y la integridad en la comunicación.