Los inconvenientes que producen una baja sensible de fanáticos en los estadios de béisbol están muy bien identificados.
La Liga, y lo ha manifestado su presidente Leonardo Matos Berrido, conoce perfectamente cuáles son los problemas que generan que los aficionados se alejen de los estadios.
Se sabe que no los puede resolver todos, en especial el más contundente, que es la falta de seguridad que existe en las calles del país, donde hasta en una plaza comercial del polígono central de Santo Domingo se produce un asalto a bombazos y ráfagas de ametralladora.
Ante una situación de esa naturaleza, qué no les podría pasar a fanáticos que tienen que trasladarse en el pésimo transporte público a barrios totalmente desprotegidos de seguridad y vigilancia.
Aunque la Policía “jura y perjura” que hay más de 22 mil efectivos en las calles, muy poca gente siente su presencia, y si los hubiese, son inefectivos.
Además, el entorno de los estadios, tal y como se ha hecho eco EL DÍA, están prácticamente a oscuras y así, definitivamente, quien se “arriesga” a asistir a un juego está altamente expuesto a que le “limpien el pico”.
Asimismo, a pesar del crecimiento económico que publicita el Banco Central con bombos y platillos, la realidad es que cada vez es más notoria la desigualdad social que cada día se expande.
Esa precaria situación por la que atraviesa la mayoría en lo económico, es factor preponderante para que la gente se quede en un restaurante, colmado, o en sus hogares presenciando el juego por televisión.
Este Round Robin, debido a la popularidad de los equipos Licey, Águilas, Gigantes y Leones, debe ser todo un éxito económico, pero habrá que ver si los ciudadanos están dispuestos a exponerse a tantos inconvenientes que se generan sin visos de solución a corto plazo.
Si no toman medidas la inasistencia será cada día mayor, porque nadie pone en peligro su integridad física.