El respeto a la vida humana

El respeto a la vida humana

El respeto a la vida humana

Soy defensor a ultranza de la vida material y de la integridad psíquica, moral, espiritual e intelectual de todo ser humano. No comulgo en modo alguno con la violencia personal ni, mucho menos, con persecuciones políticas ni culturales ni religiosas ni de ninguna otra índole solo porque se discrepe de los criterios ajenos.

Por consiguiente, desapruebo las amenazas de muerte que, según se ha denunciado, les fueran hechas a tres o cuatro personas, no por el hecho de ser periodistas, sino más bien por ser supuestas promotoras y defensoras de los extraños reclamos que hacen ciertos extranjeros de manera sistematizada contra RD en foros y organizaciones locales e internacionales.

No estoy de acuerdo tampoco con que nadie pueda reclamar impunidad en los casos en que haya fungido de autor o de cómplice o de propulsor de confabulaciones, de intrigas o de ultrajes o de tareas de socavamiento contra la soberanía y la integridad de la nación en violación del espíritu del artículo 23 y del numeral 5 del artículo 75 de la Constitución de la República.

Asimismo, es claro también que el concepto “nación” corresponde a un ente real, incluso reconocido tácitamente por Jesús cuando instruye a sus discípulos: “…vayan, pues, a las gentes de todas las naciones…” (Mateo 28:16) y “…hay que anunciar a todas las naciones que se vuelvan a Dios…” (Lucas 24:47).

La “nación”, pues, no es un invento para hacerles daño a terceros, sino que ha sido, históricamente, la satisfacción de una primaria necesidad de cohesión y aglutinación de quienes viven realidades sociales, culturales y geográficas concretas que les son comunes y en las cuales cultivan unos específicos valores y virtudes que les caracterizan y les distinguen.

Por consiguiente, los atentados contra la “nación” no deben quedar impunes, sino que deben ser civilizadamente juzgados, sancionados y castigados.

De ahí la importancia de las prescripciones constitucionales y legales al respecto. Nadie, pues, debe ser “fusilado” por sus crímenes o delitos. Pero la nación debe ser efectivamente protegida de éstos.



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