El gobierno griego ha estado excluido de los mercados de bonos desde 2010 y se mantuvo a flote con rescates internacionales que exigieron la presencia en Atenas de funcionarios de la llamada Troika del Fondo Monetario Internacional, el Banco Central Europeo y la Comisión Europea, que se convirtió en sinónimo de medidas de austeridad que desencadenaron una reacción política y social.
Grecia paga el 2% de interés sobre sus préstamos de rescate, dijo el mes pasado el viceministro de Hacienda, Christos Staikouras.