El recuerdo, como una vela, brilla más en Navidad

El recuerdo, como una vela, brilla más en Navidad

El recuerdo, como una vela, brilla más en Navidad

Nunca como ahora es tan necesario recordar lo magistralmente escrito por Charles Dickens en su “Cuento de Navidad” o como otros le conocen, “El milagro de la Navidad”.

Refrescar la memoria, alimentar el recuerdo y dar valor a lo que verdaderamente importa es la norma en el encuentro más familiar del año: Nochebuena.

Los tiempos cambian, las tradiciones se van flexibilizando y las celebraciones se van convirtiendo en un ir y venir de fiestas sin calor humano ni conversaciones sinceras, beber por beber, comer por comer, como si el mundo se acabara al día siguiente.

En la homilía de ayer, con palabras llanas y claras, el sacerdote nos decía que prestemos más atención a la familia para que podamos disfrutar de un encuentro más humano en estas fiestas.

En tiempos donde estamos juntos, pero tan aislados, él nos pedía que reuniéramos a nuestros seres queridos, guardemos los celulares y nos regalemos el preciado don de la atención… para que nuestro cuerpo, mente y espíritu estén en el aquí y el ahora, viviendo un presente de amor, dando valor a lo que realmente importa.

Todos prestamos atención cuando dijo que compartamos en familia y si hay que tomar una foto para la posteridad, hacerlo, pero que esto no sea la razón de ser de nuestra cena de Nochebuena.

Nos aconsejó hablar, compartir y escuchar y en tono jocoso afirmó: “Y después de comer, bailemos y cantemos, los grandes con los pequeños, los jóvenes con los adultos”, centrándonos en las personas que tenemos a nuestro alrededor, dando gracias por las bendiciones recibidas y pidiendo por esos seres queridos que ya no están a nuestro lado.

La gran enseñanza del día de ayer fue lograr entender que estamos viviendo de espalda a los vivos, para luego llorarlos y añorarlos después de muertos. Nos estamos perdiendo el ahora por estar pensando en el futuro.

No seamos como el Ebenezer Scrooge del inicio del cuento de Dickens, seamos más bien como el señor Scrooge del final de la historia: más conectado a sus seres queridos, preocupado por sus semejantes y con tantos de deseos de perdonar, ser perdonado, escuchar, compartir y reír.

Que hoy la magia de la Navidad haga nido en nosotros.