La actitud del votante dominicano siempre ha sido positiva, y participa de manera masiva y organizada tanto en los comicios electorales como en los procesos internos de las organizaciones políticas en las que militan o simpatizan.
En las diferentes elecciones que hemos tenido en el país desde el año 2000, pero con mayor auge en la presidenciales, la media ha sido de más de 70% del padrón electoral que acude a votar, colocando la República Dominicana como uno de los países que tiene más alta participación electoral de la región de América Latina, y no es raro la política al igual que la pelota (béisbol) es de los eventos que más paciones y seguimiento despierta.
De hecho es una tendencia que aumenta de manera constante casi igual que el padrón electoral, que desde el año 2004 se implementó el voto en el exterior con un significativo crecimiento de la diáspora y su participación, pero debemos reconocer que aún quedan algunos elementos que superar y que todos los actores del sistema político nuestro conocen de las prácticas de compra y venta de votos, de las llamadas Disco Lay y la propaganda excesiva regulada hoy por la ley NO. 33- 18 en su artículo 41 y las regularizaciones sobre el gasto de campaña en su artículo 42.
Y aunque tenemos estas regularizaciones el régimen democrático y las escogencias de los candidatos a puestos electivos sigue siendo desigual, las reglas del juego llamadas a sancionar no sancionan sobre todo cuando los topes de los gastos de la precampaña y la campaña están establecidos por ley.
Ya no basta que el pueblo haga bien su tarea, falta superar la incapacidad de los actores del sistema y quien los regula para que la democracia verdaderamente sea representativa y plural.