El fenómeno de la inflación se convirtió de alta preocupación para los economistas y gobierno del mundo cuando se produjo el shock energético durante los periodos 1973- 1974 y 1979-1980. Fruto de esta última, desde inicios de la década de los 80, la economía mundial fue arrastrada por un amargo fenómeno más agudo, la estanflación, esto es, una situación económica cuyas características son la combinación del estancamiento del PIB, espiral inflacionaria y altos niveles de desempleo.
Aunque el concepto de estanflación apareció por primera vez en Inglaterra en 1965, fue para 1970 que el premio nobel de economía, Paul Samuelson, que puso mayor atención al mismo por la relevancia e incidencia que el mismo ya tenia en la economía. Pero resulta que las consecuencias de la estanflación se observaban en los problemas de los desequilibrios y distorsiones que producía la inflación en la economía de manera generalizada.
El fenómeno de la inflación no había sido un problema hasta mediado del siglo XX, pues la preocupación de la economía siempre fue el desempleo, el cual quedaba como el elemento central de la política macroeconómica desde la gran depresión de 1929. En la evolución histórica de los precios siempre se entendía que el incremento de estos respondía a un comportamiento del ciclo económico, en particular los periodos de guerra, escasez que esto generaba y los periodos de recesión.
En la actualidad, entre los economistas se ha afianzado el criterio de que los procesos inflacionarios resultan inevitables y deben controlarse con herramientas de política económica efectiva y oportuna con el objetivo de evitar una distorsión en el sistema de precio. Es por tales razones que para entender mucho mejor la economía y la relevancia que representa el problema de la inflación, se hace necesario reconocer las causas que originan este flagelo, sus consecuencias y la aplicación de una determinada política económica para mitigar el crecimiento y perpetuidad de la misma.
En virtud de que el fenómeno de la inflación encierra un aumento generalizado en el nivel de precios, sus riesgos se manifiestan en que el mismo es sostenible e implica una perdida del poder adquisitivo de la población consumidora. Tras la gran depresión de 1929, a escala global la economía no había registrado una situación inflacionaria como la que se ha producido en el contexto de la crisis económica derivada de la crisis sanitaria, siendo la primera en el siglo XXI.
Al ser un aumento generalizado de los precios, el primer efecto nocivo de la inflación es la pérdida del poder adquisitivo, lo que permite inferir que un incremento de los precios se traduce en que el dinero que el público tiene en su poder no le permite adquirir más bienes y servicios. Es a partir de esa realidad que los consumidores más perjudicados son los que menos tienen, los pobres, y deteriora la clase media, aunque los 5 quintiles quedan impactados, o sea, lo que estadísticamente se ordena según los ingresos y donde el quintil uno es el de más bajo ingreso y el quintil cinco el de más alto ingreso.
Desde una perspectiva macroeconómica, el fenómeno de la inflación que se manifiesta en una economía está muy relacionada con el desorden que se observa en el nivel de precio durante un periodo determinado en la mayoría de los bienes comercializable. Pero resulta que este problema perturba a las autoridades económicas de un país, quienes, en su afán por detener este azote de precios, terminan perjudicando al empleo, siempre y cuando las medidas adoptadas se traduzcan en una desaceleración de la economía, es decir, se neutralice el dinamismo económico.
El fenómeno de la inflación está presente en la mayoría de las economías del mundo, pero a su vez, es una de las principales preocupaciones de los bancos centrales, en el entendido de que la estabilidad de precios es una de sus principales funciones. Es esta una razón poderosa por el cual cada entidad emisora apuesta para que su país tenga un nivel de inflación baja o dentro del marco de los objetivos de inflación trazada, poniendo en ejecución las herramientas que les proporciona la política monetaria.
La espiral inflacionaria que azota a la economía global no ha podido ser detenida y sigue causando trastornos en los ingresos de los consumidores, aun los notables esfuerzos de los bancos centrales. Pero se trata de que las autoridades monetarias entendían que se trataba de algo pasajero y sus medidas han estado orientadas en esa dirección, sin embargo, la situación se ha ido tornando de tipo estructural, lo que permite interpretar que a lo largo del 2022 la inflación elevada estará presente, afianzado por el conflicto bélico entre Rusia y Ucrania, básicamente por el precio de los combustibles y los demás comoditties.