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Santo Domingo.-Su papá no estaba en casa, él carecía de la autoridad para fiar mercancías y así se lo hizo saber al militar parado ante el mostrador y este, sin duda, era un acto de valor en un muchacho que todavía hoy, cuando a sus 91 años recoge de la memoria algunos pormenores, se confiesa como una persona miedosa.
El momento era incómodo, pero el comprador lo destrabó con una propuesta: lo invitó a irse con él a la casa de la señora María Martínez, esposa del dictador Rafael Leonidas Trujillo, donde le pagarían los artículos.

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