El precio de la honestidad

El precio de la honestidad

El precio de la honestidad

En algunas ocasiones he hablado de algunas personas que pagaron con la pobreza o con la vida su responsabilidad en su tránsito por la tierra.

Al doctor Américo Lugo Herrera, historiador y escritor, Trujillo le ofreció de todo para que fuera su historiador oficial. Américo Lugo le contestó: “Mi pluma no tiene precio”. Nació en Santo Domingo el 4 de abril de 1870. Murió escribiendo en un rincón de su casa el 4 de agosto de 1952.

Juan Antonio Morales González (Güancho), a pesar de ser advertido por emisarios de Trujillo, le entregó a Fulgencio Batista varios millones de dólares que depositó en el Banco de Reservas cuando derrotado por Fidel Castro huyó a la República Dominicana. Güancho Morales, prestigioso banquero puertoplateño nació en Sánchez el 24 de junio de 1904. Fue asesinado por el propio Trujillo en el Palacio Nacional el 18 de agosto de 1959.

El doctor Jorge Martínez Lavandier, fue director general de Aduanas, director de Rentas Internas y administrador del Banco Agrícola.

Nació en La Vega el 24 de abril de 1922. Murió pobre en un asilo de ancianos en Santo Domingo el 18 de julio del 2004.
Barbarín Mojica, destacado sindicalista dominicano, no claudicó ante los poderosos, no se vendió y siempre defendió a los trabajadores. Participó en la guerra de abril de 1965.

Nació en Guayabo Dulce, Hato Mayor, el 4 de diciembre de 1922. Murió trágicamente en la más deplorable miseria. Se lanzó del puente Juan Pablo Duarte el 4 de octubre de1991.

El ingeniero Julio Sauri González, quien fue por muchos años administrador de la antigua Corporación Dominicana de Electricidad (CDE), también murió pobre, a pesar de haber manejado millones de pesos.

Hay decenas, cientos de casos similares que dan pena y vergüenza.

Hace tan sólo unos días escuché a través de la radio a un señor de 79 años de edad, que fue auditor y administrador de varios ingenios del CEA, suplicándole al presidente Danilo Medina que le aumentara la pensión de 6 mil pesos mensuales, porque se estaba muriendo de hambre y no tenia dinero para su medicina.

¿Saben ustedes por qué pasan estas cosas, por qué se cometen tantas injusticias? porque desde hace años los políticos y los empresarios indolentes, inconsecuentes y deshonestos, son los que tienen el poder en sus manos, y como el embudo, lo ancho para ellos y lo estrecho para los demás, para los servidores públicos, que cuando están viejos y enfermos los mandan para su casa con una pensión miserable para que se acaben de morir de hambre.

Pero ellos no, esos señores, además de los salarios millonarios que se auto-imponen, se pensionan con astronómicas sumas de dinero por haber permanecido por cuatro, cinco u ocho años pegados de la ubre de la vaca nacional.
Dominicano, con toda fe muerta que no muera tu fe. Algún día esto tiene que cambiar.



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