Los acontecimientos de toda índole que se han producido en el país en los últimos 25 días, han sido tantos y de tal magnitud que cualquiera se queda pasmado, por lo menos, ese es mi caso.
Sin embargo, como decía el locutor Manuel Antonio Rodríguez (Rodriguito), en el entonces popular programa “El suceso de hoy”, “la vida sigue su agitado curso”, con lo que dejaba a entender, bastante claro, que la vida es un trajinar que no lo detiene nadie.
Uno que produjo un tremendo impacto para el béisbol del Caribe, fue la que tomó la Mayor League Baseball, de prohibir que sus jugadores afiliados compitan en el próximo torneo profesional de Venezuela, sin importar que sean nativos de ese país.
Desde siempre, y no está de más refrescarle la memoria a algunos ilusos, los organizadores de eventos deportivos han sido impactados por la política, porque en la vida nada ha funcionado sin la intervención de la misma.
Sin embargo, de un tiempo a la fecha, ha sido en forma descarada, al punto q ue los intervencionistas no lo ocultan en lo más mínimo.
Es directamente el presidente Donald Trump quien ordena a MLB que prohiba la participación, en el torneo venezolano, de peloteros que pertenecen a las diferentes organizaciones de Grandes Ligas.
Y no se produjo ni un guiño de reproche por parte del comisionado, quien de inmediato tramitó la decisión.
Esto demuestra que la Confederación de Béisbol Profesional del Caribe es una especie de “monigote”, a pesar de que está presidida por un hombre de mucho valor humano y profesional como lo es Juan Francisco Puello Herrera.
Pero queda demostrado, una vez más, que el poder político está por encima de todo.