A propósito de los deseos de cambio de la sociedad es pertinente reflexionar sobre el poder y el valor del ejemplo en la vida política y social como base de las transformaciones que queremos todos los dominicanos y dominicanas.
El ejemplo se vincula a una persona o cosa digna de ser imitada por sus buenas cualidades. También refleja la una concordancia entre lo que se dice y lo que se hace.
El buen ejemplo es la única forma de educar, la estrategia de marketing más efectiva y, como nos lo dice la sabiduría oriental, es la mejor forma de gobernar un país.
Confucio nos recuerda que cuando que el ejerce el poder, “sea el primero en practicar las virtudes, podrá exigir a los demás que sean virtuosos” y si no posee ni practica virtudes no podrá exigir al pueblo que las practique.
El poder del ejemplo en el gran maestro Confucio se refleja en el amor que tienen por su pueblo los gobiernan, en su constante renovación moral y en procurar el bienestar, la felicidad de todos y el buen gobierno manifestado en la ausencia de la vergüenza de la pobreza y en el exceso de riquezas.
Por su parte, Lao Tse, también refiriéndose al ejemplo, nos recuerda que la humildad, la frugalidad y la búsqueda de la armonía y la paz son las lecciones y las huellas que debemos dejar en todo, y, en ese sentido resalta que “el sabio no enseña con las palabras sino con los actos”.
El poder del ejemplo en la sabiduría oriental lo que nos habla es de coherencia, de hablar con las acciones, no con discursos que muchas veces pueden estar orientados a la manipulación y a la instrumentalización de las personas y de los hechos.
Finalmente, refiriéndose al tema que nos ocupa, el Papa Francisco también nos invita a predicar con el ejemplo y no subestimar su valor “porque el ejemplo tiene más fuerza que mil palabras, que mil votantes, que mil likes, que mil retweets y que mil videos de youtube”.