El poder de los electores

El poder de los electores

El poder de los electores

Wilfredo Mora

Las elecciones de los representantes políticos es una de las principales características de la democracia. Votar quiere resolver un problema “aparentemente” sencillo: reflejar la opinión de los que eligen a los representantes a cargos públicos electivos.

El proceso electoral dominicano concluyó el pasado domingo 19 de mayo de 2024, con un padrón de electores hábiles para ejercer el voto de 8,145,548.

El elector no sólo fue un canal para ejercer derechos individuales reconocidos por el artículo 22 de la Constitución, de “elegir y ser elegible”, sino que es también, a través de esta manifestación, un medio para dotar de capacidad de expresión al ciudadano, así como a las instituciones de nuestro Estado Social y Democrático de Derecho.

La democracia contemporánea se comprende de muchas formas, pero sobre todo a través de la participación política, cuya función central es explicar “con precisión” el funcionamiento de las campañas electorales.

Mientras dure el proceso de votación, el sistema democrático entero, depende de la figura del elector. Como se sabe, el votante coloca su voto, pero el elector elige, y lo hace mucho antes de estar frente a una urna.
El elector es un ciudadano que está ejerciendo una función pública, debe asumirla lo más informado posible.

De acuerdo a la teoría de la representación, generalmente, el partido recibe mandato de los electores, aunque estos no constituyan un cuerpo electoral, por no ser un órgano del Estado, es gracias a ellos que se realiza la democracia. Pero la realidad dominicana actúa diferente. !Un hombre, un voto!

El partido, cualquier partido político, está formado por hombres y mujeres, pero el elector tiene el poder de elegir los programas de esos partidos para que defiendan a un gobierno que sea eficaz y estable. Los tiempos políticos que vivimos indican que tanto los partidos políticos como los ciudadanos se han alejado de las ideologías, y se está produciendo una ausencia de representación, situación que hace el “acto electoral del ciudadano”. No obstante, el electorado es ante todo una totalidad de votantes imperceptibles.

Por no poder afirmar que los electores de un partido determinado se convirtieron en un grupo más real en su determinación de elegir a un candidato en base a su necesidad, y no en base a su “voluntad”.

Pronto se verán los resultados de estas singulares elecciones. En su libertad de votar, sólo vemos cantidades en el volumen de los votantes, quienes demostraron su deseo de participar y rechazaron la abstención del pasado certamen electoral para elegir al poder local de las alcaldías; en lo cualitativo, el electorado no se aplicó a generar fórmulas para hacerse representar por un Congreso que represente la voluntad popular y no la voluntad de la organización política ganadora. El poder legislativo es conveniente que sea multicolor, no del partido oficialista.

En fin, el poder del elector ha conjugado el pluralismo político como un elemento intrínseco de nuestra democracia, que no se había podido lograr a no ser por la loable labor de un renovado organismo electoral. “Votar es democracia”, ha tronado el presidente de la Junta Central Electoral.