¿Por qué hago lo que hago? ; ¿lo hago por mí y para mí? ; ¿es una creencia que arrastro de mi árbol familiar o de mi grupo? Somos seres en proceso de construcción y renovación constante. A veces estamos tan interesados en cuestionar al de afuera, que nos olvidamos de hacerlo con la persona más importante: nosotros mismos.
Vivimos en un mundo de constante flujo de información, estímulos e interacciones. No acabamos de lidiar con una situación, cuando llega otra y otras más. Reaccionar precipitadamente muchas veces es lo más común. Sin embargo, detenerse, evaluar, es de sabios. Indagar es un poder en este mundo tantas veces influenciable por el morbo. Escuchar, internalizar la información ante situaciones que pueden esperar, sin dejar que una emoción pasajera nos lleve a actuar.
En la esfera digital, evaluar por qué y para qué compartimos determinados contenidos.
Todo parte de nosotros y hacia nosotros y si lo hacemos en coherencia a pensamiento, sentimiento, pues mucho mejor.