En el argot de cabaret, “echar un cubo” significa usar a una prostituta como instrumento sexual y luego no pagarle por el servicio, y algo así es lo que quiere hacer el otrora ético Partido de la Liberación Dominicana (PLD) con lo que aún le queda en las manos a Miguel Vargas del Partido Revolucionario Dominicano (PRD).
Pero, ojo, no se equivoque, desde la antigüedad ha habido varios tipos de hetairas: aquella que lo hace por necesidad, otra que lo hace para darse lujos que de otro modo no alcanzaría (modernamente se les llama “chapeadora”), están las de cortina, y las putas que se dedican a la más vieja profesión solo por placer, aunque de paso cobran.
Y la verdad es que si hiciéramos un parangón entre una ramera profesional y el antes glorioso PRD, uno no sabría decir si lo que acaba de hacer al apoyar una reforma constitucional fue por necesidad, por ambición o por placer. Lo cierto es que se entregó tan fácil como lo hacen en las noches las mal llamadas “mujeres de la vida alegre”.
El meollo del asunto es que ora sea en los negocios, ora sea en política o en un intercambio de placer por dinero, las partes deben honrar su palabra con los hechos, o pierden credibilidad.
Por eso uno no sabe si reír o llorar al ver la desfachatez con que ciertos dirigentes del PLD hablan de que con el PRD no hay ningún acuerdo, que “donde dije digo digo Diego”. Solo en la “Bolita del Mundo” o en la Duarte con París se ve este tipo de actitudes.
Después de intensas negociaciones, el señor del bigote anunció cómo y por qué había llegado a un acuerdo con sus antiguos archienemigos. Mientras, el PLD anunció muy orondo que gracias a ese acuerdo sin precedentes la cara de su candidato presidencial aparecería en las tres primeras casillas de la boleta electoral en las próximas elecciones.
Entonces sí hubo una transacción, “un acuerdo político” de envergadura.
Y ahora resulta que el PLD lo niega todo, cuando el PRD no tiene posibilidades de volver atrás, como la ilusa que se va con cualquiera por dinero, y luego de ser usada la devuelven a su casa desacreditada y sin un chele.
Algo similar o peor le podría pasar a los reformistas. De ser así, el PLD podría pasar a la historia como el partido que echó dos cubos de un golpe. ¡Y lo peor es que se lo merecen!