“El pájaro pelú es el pájaro más condenao/ como se llena de pelos/después que nace pelao”, Tatico Henríquez, merenguero.
Es probable que el pájaro pelú del que habla el célebre merenguero no sea tan conocido en otros lares como la mítica “serpiente emplumada”, que en culturas tan disímiles como la sumeria, maya, azteca, egipcia, celta y nórdica, entre otras, era vista como símbolo del conocimiento y la sabiduría, pero aquí todos “saben” de su existencia.
En este pedazo de isla, alude a algo mucho más terrenal, carnal. No quisiera, mis amables lectores, que nos deslicemos por el sendero de lo trivial y el doble sentido.
Pero inevitablemente hay que referirse a esa “metamorfosis” que tanto llamó la atención del insuperable Tatico y otros intérpretes.
Estaba yo -como de costumbre- navegando en un mar de informaciones sobre corrupción, Odebrecht, el liderazgo político más rico que los ricos, especialmente los del gobernante Partido de la Liberación Dominicana (PLD), cuando de repente paso de Zaz a Tatico.
Por curiosidad le presté atención al tema y entonces caigo en cuenta del enorme parecido entre el fenómeno del “pájaro” aquel y ciertos funcionarios del Gobierno actual: llegaron al cargo sin un chele “con una mano alante y otra atrás”, y al poco tiempo ya hablaban de millones de pesos como quien habla de cabellos en la barbería de Alcides. Son como el pájaro pelú.
Según el merengue, la transformación del supuesto animalito comienza a partir de los 13 años, casualmente el mismo tiempo en que Odebrecht admite que repartió millones de dólares como si fueran hojas de palo, lo único que ese dinero caía, casualmente, en manos de unos cuantos funcionarios y legisladores en forma no de pelos, sino de soborno “contante y sonante”.
Me consta que la transformación de simples mortales a “tutumpotes” de algunos políticos es más rápida de lo que uno se imagina.
Y el que llegó con algo no tiene reparos en declarar cuatro años después una fortuna superior al doble de la que dijo tener al asumir la posición.
Efectivamente, el patrimonio de algunos se multiplicó en el mismo período en que la constructora brasileña obtuvo, a fuerza de sobornos, 17 contratos para la ejecución de obras millonarias.
Y esto incluye -según el Ministerio Público- a las plantas de Punta Catalina, el proyecto más ambiciosos de la historia dominicana, cuyo costo supera los 2,040 millones de dólares, si usted suma el valor de los terrenos que ahora hay que comprar a un costo superior, las costosas asesorías y otros detallitos millonarios.
Sin embargo, si bien existen similitudes entre el PLD, Odebrecht y el pájaro pelú, también hay diferencias notables:
Para llegar al nivel de poder económico y la podredumbre moral en que cayó Odebrecht pasaron varias décadas, a la cúpula del PLD le bastó un par de períodos en el Poder para acumular una fortuna descomunal.
Y además, mientras la transformación del pájaro pelú es algo natural, que no daña a nadie, el enriquecimiento ilícito no es normal, legal ni moral, es un delito, un crimen al que hay que poner punto final.