Hace unos días iba yo de pasajero en una motocicleta cuando de repente fuimos rebasados por otro que iba muy rápido, dicho de esta manera, esto no sería nada del otro mundo puesto que en las calles de nuestra República Dominicana el “motoconcho” es un modo de vida y el hecho de que otro motoconchista supere a otro es algo usual. Pero, el motoconchista que me transportaba fue el primero en notar que los ocupantes de dicho aparato tenían algo de “anormalidad” a lo cual interrumpió una tertulia política de chofer a pasajero y levantando su brazo izquierdo señalando a los dos “tipos” que se perdían en el horizonte, me indica lo siguiente:
“Tú ves a esos dos… tipos así la Policía debe de detenerlos”…
A lo cual yo con asombro por tales aseveraciones, inclino mi cabeza en dirección a aquellos hombres y pude percatar que el desconcierto de mi chofer temporal se debió al hecho de que esos individuos que nos dejaban atrás en el camino tenían los dos sus cascos protectores en el lugar que iban, además, ambos tenían una especie de chaquetas o abrigos, color negro, y la hora no les ayudaba mucho puesto que eran las tres de la tarde, descripción que también a mi me hizo pensar que esos hombres rompían con la costumbre de un motoconchista y su pasajero, y que ciertamente llamaban la atención, no solamente de nosotros dos, sino de todos los transeúntes.
Todos sabemos que un motoconchista dominicano rara vez usa casco protector, y que si lo usa, con frecuencia lo lleva colocado en uno de sus brazos para usarlo como salvoconducto y no por seguridad, es decir, cuando un motorista sabe que va a pasar por una esquina o una intersección en la cual siempre hay un agente de AMET, es en este caso que se lo acomoda en la cabeza.
Una vez que ya no quedaba ni el mínimo rastro de esos ciudadanos, me intrigué y pensé que ciertamente vivimos en un país que se acostumbró tanto a no cumplir con las leyes y a vivir en un grado de imprudencia tal, que dos mortales que en apariencia actuaban con prudencia, salvo la velocidad que llevaban,entraban en aquello que nuestra Policía Nacional ha denominado como “perfil sospechoso” o “asaltantes”, quienes eran pasibles de ser detenidos en el acto.
Lo increíble del caso, es que si en el camino hubiese algún tipo de retén, sin lugar a dudas que nosotros dos, que íbamos sin cascoprotector, pasaríamos desapercibidos, mirando, señalando y juzgando a aquellos que en apariencia actuaban con cordura y sensatez, pero que también podrían estar ubicando personas para asaltarlas.
Pero quiérase o no, vivimos en una sociedad cuya costumbre es que el motorista sea un imprudente, y lamentablemente todos sentimos temor al escuchar el sonido de un motor. Por eso comparto la iniciativa del “perfil sospechoso”, pues la mayoría de los atracos se hacen en motor al igual que el sicariato.
Aunque parezca contraproducente juzgar a los demás por su aspecto, en este caso a los motociclistas, es un mal necesario, la delincuencia nos arropa y se debe de empezar por algo, aunque a todas luces se convierta en violatorio al libre tránsito, al derecho de las personas, y con eventuales abusos.