David Alvarez
Jorge Mario Bergoglio, el Papa Francisco, aunque a él le gusta que le llamen el Obispo de Roma por su potencial ecuménico, ha marcado una de las huellas más importantes, quizás la que más se recuerde en el tiempo, de su pontificado.
La Encíclica Laudato si’ es el documento más relevante de la Iglesia Católica sobre la cuestión ecológica y su riqueza doctrinal promete una gran producción teológica, filosófica, sociológica y económica sobre el tema de parte de intelectuales católicos y de otras tradiciones religiosas.
También impulsará mucha tinta en oposición a sus planteamientos de parte de teóricos del capitalismo, especialmente de Estados Unidos.
El tema de la ecología tiene una doble dimensión para el tiempo presente: primero un sólido cuestionamiento del capitalismo industrial en el uso de los recursos del planeta y segundo la amenaza a la sobrevivencia de la especie humana a mediano plazo.
El enriquecimiento de una minoría amenaza la extinción de nuestra especie y de toda forma de vida en la Tierra.
La agenda de Francisco, que incluye temas como el combate a la pederastia en el seno del clero católico, la lucha contra la esclavitud, y formas de integración eclesial a los divorciados y los homosexuales, además de la reforma de la estructura vaticana, ha encontrado grandes opositores entre cardenales, obispos, sacerdotes y laicos.
La ecología en cambio no genera tales oposiciones en el seno de la Iglesia y es una cuestión de relevancia planetaria. Francisco encontró su sello propio como pontífice.
