Ciudad del Vaticano.- El papa viaja a Georgia y Azerbaiyán, del 30 de septiembre al 2 de octubre, tres meses después de visitar Armenia, para continuar con su misión de apoyo a la minoría católica y fomentar el diálogo interreligioso en concreto con los ortodoxos y musulmanes, que son mayoría en estos países.
Francisco completa así su gira por el Cáucaso con un viaje que durará apenas 50 horas y en el que los momentos más significativos serán las reuniones con el patriarca de la Iglesia Ortodoxa de Georgia, Iliá II, y con el líder de los musulmanes del Cáucaso, el jeque Hadji Allahchukur Pachazadeh.
Si en Armenia su objetivo era además de reforzar el camino del ecumenismo el de recordar, a pesar de las polémicas con Turquía, el genocidio perpetrado por los otomanos hace un siglo, la visita a Georgia y Azerbaiyan es algo más complicada y despierta algunas perplejidades.
En Georgia, los fieles católicos representan menos del 1 % de la población, cerca de 112.000 según las estadísticas del Vaticano, mientras que más del 80 % se declara fiel a la Iglesia Ortodoxa georgiana, que desde siempre se ha mostrado poco proclive al acercamiento con la Iglesia de Roma.
Desde 1999, cuando Juan Pablo II visitó por primera vez la república exsoviética no se ha producido ningún acercamiento entre ambas iglesias y el programa del encuentro será el mismo- un saludo, un discurso y encender alguna vela en la catedral de Svetitsjoveli, en Misjeta.
Pero 17 años después y tantas palabras sobre la importancia del ecumenismo no se producirá ningún tipo de oración conjunta entre los “hermanos cristianos».
En estos días, fuentes del patriarcado han explicado a los medios que las diferencias doctrinales con la Iglesia católica no consienten rezar en público con el papa, aunque la verdad es que tampoco el Vaticano había previsto un encuentro de oración en sus planes.
La única concesión o paso adelante por parte del patriarcado georgiano, y que ha sido muy bien recibida en la Santa Sede, será la presencia de una delegación ortodoxa en la misa que Francisco celebrará en Georgia, aunque no asistirá el patriarca.
Ante las aún frías relaciones con los ortodoxos georgianos, el papa aprovechará la visita a Georgia para encontrarse en Tiflis con la comunidad caldea, una de las Iglesias orientales que integran la Iglesia católica, en un momento difícil por las persecuciones que viven en sus países de origen como Irak o en Siria.
Hasta Georgia acudirán al menos 13 obispos caldeos para encontrarse con el papa después del Sínodo que se celebrará del 21 al 28 de septiembre en Erbil (Irak), según confirmó hace unos días el patriarca de Babilonia de los Caldeos, Louis Raphael Sako I.
En el programa oficial está previsto que durante la tarde del viernes 30 de septiembre se produzca el encuentro en la iglesia de San Simeón Bar Sabas de Tiflis.
Francisco permanecerá sólo unas horas del domingo 2 de octubre en Azerbaiyán, donde el 95 % de la población es musulmana. Su primer acto será celebrar misa y visitar a la pequeña comunidad católica -unas 570 personas- representada en el centro de salesianos y servirá al papa para aplaudir la convivencia.
Según el sacerdote salesiano Stefan Kormancik que ha trabajado durante muchos años en Azerbaiyán, este país “es un ejemplo del espíritu de cooperación interreligiosa que defiende el papa” y “se vive una situación muy especial en la que dos religiones conviven en paz y libertad».
La importancia del viaje del papa a Azerbaiyán se enmarca sobre todo en el diálogo con los musulmanes, vital en este momento histórico, según el pontífice argentino.
Por ello, Francisco se reunirá con el jeque de los musulmanes del Cáucaso en la mezquita “Heydar Aliyev” y después mantendrá un encuentro interreligioso con todas las comunidades religiosas del país.
“Un viaje de paz y reconciliación para toda la región”, así lo ha definido el portavoz del Vaticano, Greg Burke, por lo que no faltará el llamamiento de Francisco para que se consiga la paz ante el conflicto territorial por el enclave de Nagorno-Karabaj, que enfrenta a Armenia y Azerbaiyán desde 1988, y que en abril experimentó una nueva escalada después de haber permanecido latente durante más de dos décadas.
Aunque el 5 de abril se anunció el alto el fuego, ambos bandos siguen denunciando violaciones de la tregua.