El papa Franciso celebra una misa en la playa de Huanchaco, cerca de la ciudad de Trujillo, Perú, el sábado 20 de enero de 2018. (AP Foto/Martin Mejia)
Perú.-El incansable papa argentino ofició este sábado en Trujillo, a 560 km al norte de Lima, su primera misa en Perú, ante decenas de miles de personas en una playa de la ciudad histórica de Huanchaco, paraíso de surfistas, donde se amarran los «caballitos de totora», embarcaciones tradicionales de pescadores en forma de canoa.
El papa condenó en su homilía la «inseguridad», la «violencia organizada» y el «sicariato» que mortifica esta región, azotada el pasado año por las devastadoras lluvias del fenómeno climatológico «El Niño costero», que dejaron más de 130 muertos y cerca de 300.000 damnificados.
El papa iba a reconfortar a los habitantes del barrio de Buenos Aires, uno de los más afectados por las lluvias, que un año después espera ser reconstruido. Al igual que la víspera en la Amazonía, el presidente peruano Pedro Pablo Kuzcynski acompaña al papa.
En la ciudad de la eterna primavera, el pontífice iba a encontrarse con sacerdotes y religiosos y participar en una celebración mariana, antes de regresar a Lima donde el domingo pondrá fin a su sexto viaje a la región, que también incluyó a Chile, con una multitudinaria misa -se espera que acudan cerca de un millón de personas- en la base aérea de Las Palmas.
A diferencia de Chile, el país más hostil de América Latina a la Iglesia católica, donde el papa se vio envuelto en la polémica por su defensa a un obispo acusado de encubrir a un sacerdote condenado por abusos sexuales contra menores, Francisco recibe en Perú una recepción muy cálida.
Fervor popular
Lima fue empapelada con carteles de bienvenida al papa argentino, que pudo sentir el cariño y la devoción de los peruanos allá por donde pasó.
El viernes el papa viajó a Puerto Maldonado, en el corazón de la Amazonía peruana, para hacer una defensa de los pueblos originarios, como ya lo había hecho antes en Temuco (sur de Chile), y alertar al mundo de las amenazas que pesan sobre este pulmón del planeta, que tapiza casi un tercio del territorio peruano.
«Hemos de romper el paradigma histórico que considera la Amazonía como una despensa inagotable de los Estados sin tener en cuenta a sus habitantes», dijo el papa argentino, que denunció la minería ilegal que está destruyendo la selva, la trata de personas que no es otra cosa que «esclavitud» y la violencia contra las mujeres.
El virus de la corrupción
En un país donde un expresidente (Ollanta Humala) está en prisión preventiva, sobre otro pende una orden de extradición (Alejandro Toledo) y el mandatario actual, Pedro Pablo Kuczynski, estuvo a punto de ser destituido por el Congreso, todos por supuestamente haber recibido dinero de la constructora brasileña Odebrecht, el papa arremetió contra el «virus de la corrupción» que «lo infecta todo».
«Cuánto mal le hace a nuestros pueblos latinoamericanos y a las democracias de este bendito continente ese ‘virus’ social, un fenómeno que lo infecta todo, siendo los más pobres y la madre tierra los más perjudicados», dijo el papa en la recepción que le brindó el presidente, en el palacio de gobierno en Lima.
La lucha contra este «flagelo» supone mayor «cultura de la transparencia entre entidades públicas, sector privado y sociedad civil», porque la corrupción «es evitable y exige el compromiso de todos», aseguró.
Para ello, «exhortó» a las personas que ocupen algún cargo de responsabilidad que se «empeñen» en esta lucha y que Perú se convierta en un espacio de esperanza y oportunidad para todos y «no para unos pocos».
Los problemas Kuczynski se desataron a mediados de diciembre, cuando directivos de Odebrecht revelaron que la empresa había pagado casi cinco millones de dólares en asesorías a consultoras ligadas al mandatario cuando era ministro del presidente Alejandro Toledo (2001-2006).
Hasta entonces Kuczynski había negado todo lazo con la cuestionada empresa, que después de decidir cooperar con la justicia confesó que había pagado 29 millones de dólares en sobornos en el país a lo largo de tres gobiernos, de Toledo, Alan García (2006-2011) y Ollanta Humala (2011-2016).
Kuczynski estuvo a punto de ser destituido en diciembre por mentir sobre sus lazos con la constructora brasileña durante el gobierno de Alejandro Toledo, sobre el que pesa una orden de la justicia peruana para ser juzgado en el país por el mismo caso.
Pero con su salvación llegó su condena. Kuczynski, de 79 años, se salvó gracias al apoyo de la facción de Kenji Fujimori, a cambio, según cree la mayoría de los peruanos, de indultar a su padre, el autócrata Alberto Fujimori, que cumplía 25 años de cárcel por corrupción y crímenes de lesa humanidad.