Los Ángeles.- La vuelta a la ‘normalidad’ en los Óscar se convirtieron en un espectáculo diseñado para levantar los pésimos registros de audiencia de 2021, con Will Smith ganando una estatuilla y desconcertando a los asistentes del teatro Dolby por una bofetada al comediante Chris Rock.
No hay dudas acerca de que el discurso de recepción del Óscar a mejor actor para el protagonista de “King Richard” y la riña con Rock por bromear sobre la alopecia de su esposa, Jada Pinkett-Smith, fueron los momentos que coparon todas las miradas durante la gala.
“Mantén el nombre de mi esposa fuera de tu puta boca”, le gritó Smith a Rock tras levantarse de su asiento y tratar de cruzarle la cara. Todo lo que ocurrió en la última parte de la gala quedó eclipsado por este incidente que confundió a los espectadores, a los periodistas que cubrían la gala y a aquellos tuiteros que daban rienda suelta a sus teorías en la red sobre si la bronca había sido impostada o no.
Y, por si fuera poco, minutos después, Smith volvió a subir al escenario. Silencio, focos, cámaras apuntando y lo que aconteció será, espectacularizado o no, historia de la Academia de Hollywood y del recuerdo que dejará esta 94 edición de los premios más prestigiosos del cine a nivel mundial.
“Quiero disculparme con la Academia y quiero disculparme con todos mis compañeros nominados; este es un momento hermoso y no estoy llorando por ganar un premio”, pronunció el actor mientras la realización enfocaba su rostro compungido.
“El amor te hace cometer locuras”, zanjó Smith. Aún deberá hacerse pública la cuota de pantalla de los Óscar 2022, pero nadie podrá afirmar sin miedo a equivocarse que la organización no ha mezclado todos los ingredientes posibles para revertir la tendencia negativa del año pasado. 23,6 millones de televidentes siguieron la gala en 2021, lo que significó un 20 % menos que en 2019, y sembrar dudas en la cadena de televisión estadounidense ABC, quien recibió una compensación económica por parte de la Academia tras los peores registros conocidos desde que comenzaran a emitir el evento en 1976.
Este componente de sorpresa que trató de mantener la curva de interés narrativo durante toda la ceremonia contrastó con la lista de vencedores en las principales categorías, que solo se salió del guion esperado con el triunfo de “CODA” como mejor película del curso.
Jane Campion con la estatuilla a mejor dirección por “The Power of the Dog” o Jessica Chastain como la mejor actriz protagonista con “The Eyes of Tammy Faye” dan buena prueba de ello en una edición en la que “Dune” se embolsó seis galardones.
HUMOR, PERSONAJES ICÓNICOS Y ESCASAS REFERENCIAS A UCRANIA
Más allá de esto, las comediantes Amy Schumer, Regina Hall y Wanda Sykes se encargaron de dirigir con humor una gala que, desde el primer momento, estuvo pensada para que el ojo del espectador respondiera a los distintos estímulos que se le ofrecían en el show.
Y es que, de la mano de la tenista Serena Williams, la gala arrancó con una actuación musical de Beyoncé en vídeo desde una pista de tenis de la ‘racializada’, y en ocasiones controvertida, ciudad de Compton (condado de Los Ángeles, EE.UU.).
Sazonada con momentos cómicos, como cuando Rachel Zegler ironizó con que “no imaginaba estar aquí hace 6 días”, puesto que la Academia la invitó después de las quejas que sus seguidores expresaron en redes sociales.
O cuando el actor John Leguizamo presentó la actuación de “We Don’t talk about Bruno” no sin antes aludir al origen mexicano de la estatuilla de los Óscar, que se cree inspirada en el director Emilio Fernández, y proclamó-
“Los ganadores van a tener 15 centímetros de mexicano entre las manos».
El homenaje a Francis Ford Coppola por los cincuenta años del legendario filme “The Godfather”, las apariciones de los icónicos Anthony Hopkins o Liza Minelli también encadilaron al público del auditorio.
Sin embargo, esto no pudo maquillar la confusión que generaron las ocho categorías fuera del evento principal, previamente grabadas y que se añadieron artificialmente durante la realización del evento.
Los premios y los discursos de los ganadores corrieron como la pólvora e incluso una hora antes de entregarlos ya circulaban por internet.
Entre tanto desconcierto, en un escenario con toques futuristas y destellos de color rojo, apenas les quedó tiempo a los organizadores para acordarse de la Guerra en Ucrania; un minuto de silencio a mitad de ceremonia fue lo más reseñable de un acontecimiento que se antojaba más reivindicativo.