El béisbol, aunque muchos no lo crean, es una de las disciplinas más complejas que hay, porque una mayor inversión, a través de la contratación de estrellas y súper estelares, no garantiza en lo más mínimo la conquista de una corona.
El mejor ejemplo de esta afirmación son los Yanquis de Nueva York y los Dodgers de Los Ángeles, conjuntos que han colapsado, es decir, no han podido ganar una Serie Mundial, a pesar de haber realizado, cada uno, gastos por encima delos dos mil millones de dólares en los últimos diez años.
Esa situación, compleja y extraña para propietarios y gerentes, no es nada nuevo, porque en béisbol se da, más que en cualquier otro deporte, que pactos multimillonarios no garantizan ni siquiera la clasificación para playoffs.
Las nóminas de Yanquis y Dodgers la pasada temporada no dejaban dudas, a principios de año, de que serían protagonistas de la Serie Mundial, sin embargo, ambos cayeron ante conjuntos que realizaron una inversión más baja.
En el béisbol se va a pique lo que en los sectores productivos es una realidad insoslayable, que “a mayor inversión, mejores resultados generales”.
Desde ya, ambas organizaciones, ubicadas entre las que más dinero producen, comenzaron un plan de reestructuración general, sin importar los jugadores que sacrifiquen, porque el objetivo es ganar-ganar.
RADARES.- Los apostadores toman en cuenta todas las estadísticas a su alcance. Es tan así, que en Las Vegas residen los calculistas más sobresalientes en ese renglón. Por eso es que cuando dan un traspié, es decir, cuando se equivocan, “la sangre” corre a raudales en las salidas de la ciudad… Imagínese usted que los Astros pierdan la serie mundial, cuántos patos al agua.