El domingo 2 de octubre/2016 ganó finalmente el “NO” contra el “SI” en el plebiscito celebrado en Colombia. Allí se buscaba poner punto final a la guerra bajo un especial entendimiento.
Con el “NO”, el 50.22 % de los votantes rechazó la impunidad y otras concesiones con que un proyecto de Acuerdo de Paz, aprobado hace poco, beneficiaría a los insurgentes como modo de propiciar el tránsito hacia la paz.
Sin embargo, las bocinas del pueblo colombiano clamaron en su campaña por el “NO” y cerraron filas contra los privilegios y las condiciones especiales que dicho Acuerdo les concedía a los miembros del grupo armado conocido como FARC.
Ahora, después de este “NO”, deberá reunirse de nuevo el Alto Mando Político de aquel hermano país a buscar otras rutas para acceder a la tan anhelada paz tras 52 años de guerra sin sentido.
Dado que las partes envueltas en el conflicto tienen a Cuba como árbitro o cuasi-árbitro del diálogo, sería bueno recordarles que a finales de 1959, cuando los jerarcas del ejército de Batista quisieron conversar y negociar algunos asuntos con el Ejército Rebelde que comandaba Fidel Castro, este no pactó impunidad ni condiciones especiales ni nada parecido con aquéllos, ni benefició con exenciones ni con “borrón y cuenta nueva” a ningún criminal responsable de abusos y muertes contra la población.
Todos recordamos que aquella justicia fue dura e implacable con esos. Por tanto, no alcanzo a entender el afán por la concesión de condiciones especiales en Colombia.
Que discutan todo cuanto quieran y que encuentren soluciones aceptables o medianamente aceptables para las partes, pero sin olvidar que la impunidad nunca ha producido nada bueno a la humanidad.
No se puede confundir impunidad con perdón. Aquella abona las semillas del crimen y del desorden mientras que este comporta una sublime elevación espiritual hacia el Creador.
La impunidad casi siempre comporta complicidad con los hechos cometidos o licencia para repetirlos. El perdón, en cambio, reclama recto andar para conservarlo. Quiera Dios que pronto vuelva la paz a la patria cuyo nombre honra el del Descubridor. Y que sea duradera y justa.