Cada país tiene su propia cultura e idiosincrasia. Aunque podamos pensar que todos los latinoamericanos somos iguales, nos damos cuenta que, al momento de conocer personas de otros países de la región, los elementos culturales que nos hacen cercanos también pueden evidenciar las diferencias concretas que se manifiestan en como abordamos temas o valoramos ciertos aspectos de la vida. La educación es un aspecto de nuestra cultura que varía según región o país.
Es decir, en algunas naciones se puede evidenciar una mayor participación de jóvenes en carreras de ingeniería. Sus culturas valoran mucho dicha disciplina y eso se traduce en mayor cantidad de jóvenes estudiando dicha área del conocimiento.
En ese mismo sentido, ¿qué pasa en nuestro país al momento de valorar niveles educativos tan importantes como el técnico superior?
En la República Dominicana, la mayoría de los jóvenes que al momento de graduarse de bachilleres deciden iniciar una carrera universitaria, se decantan por carreras tradicionales. Muchos prefieren hacer carreras en el área administrativa, medicina y derecho.
Son pocos los que realizan carreras relacionadas con matemáticas, ingeniería, ciencia y tecnología.
Sin embargo, es de justicia decir que, dicho fenómeno no es algo que solo sucede en nuestro país. La mayoría de las naciones han implementado políticas públicas que fomentan el estudio de dichas áreas claves para la competitividad. No solo lo hacen en áreas específicas del conocimiento, también fomentan niveles educativos específicos como el nivel técnico superior.
El técnico superior, entendido como el nivel educativo superior de ciclo corto, con una duración de dos años, que permite una salida profesional temprana con el objetivo de aumentar las posibilidades de empleo, es desconocido para la mayor parte de los dominicanos.
Los miles de jóvenes que se hacen bachilleres año tras año optan, en primer lugar, por una carrera de cuatro años.
A diferencia de otros países, nuestro país tiene uno de los índices más bajo de participación en carreras cortas.
Eso debemos cambiarlo. Los orientadores vocacionales, los directores de escuelas y profesores, así como los padres debemos motivar a nuestros jóvenes y encaminarlos por uno de los tipos de formación que mayor demanda tiene en el sector productivo nacional. Abramos las puertas, de par en par, de la educación técnica superior en el país. Juntos Podemos.