Elías Brache
En esta encrucijada, hay que encontrar una forma de explicar lo que está sucediendo, a los electores dominicanos.
Con una gran franja de la población, sin sólida formación, no sería prudente teorizar sobre los distintos regímenes como el totalitarista o absolutista.
Quizás un ejemplo práctico ayude.
Todos en algún momento de la vida, en el ámbito familiar, en la escuela, en la calle donde vivíamos, conocimos un niño malcriado.
Ese niño malcriado, era o el dueño de los mejores juegos, o el que si perdía, desbarataba el juego, o el que hacía maldades, o el que se robaba algo y nadie lo corregía. Nunca tuvo límites, peor aún, sus bellaquerías se las celebraban.
¿Alguien les vino a la mente, cierto? ¿Qué paso con él?
Muchos responderán que está muerto, que la droga acabo con él y muchas otras desgracias más.
Durante 12 años corridos, 16 de los últimos 20 y aspirando a 20 de los últimos 24 años, el niño al cual me quiero referir, ha seguido haciendo de las suyas, es ya un adulto, con pleno conocimiento de lo que hace y por qué lo hace, de hecho, ya no sólo está en la familia, en la calle, en la escuela; está en todos lados.
El nivel de desenfreno ha llegado a tales niveles, que es ya amoral, no existe autoridad alguna que respete, pues con todo lo que tiene, compra o complace a todo aquel que quiera limitarlo.
La inmensa mayoría está desesperada con sus acciones, pero no saben qué hacer para controlarlo, de hecho muchos le temen, pues es agresivo.
¿Debo seguir celebrando el comportamiento de aquel niño malcriado, o debo comenzar a fortalecer los mecanismos que podrían controlar o limitar sus andanzas?
¿Le demuestro a ese niño que no puede hacer lo que le da la gana, y que debe tomar en cuenta a los demás, respetarlos, oírlos y conducirse de acuerdo a las reglas y leyes, o le sigo aplaudiendo?
Si no se comprende que un poder ilimitado, sin control siempre desemboca en una desgracia, no se podrá entender qué tan cerca está el abismo para la sociedad dominicana.
Probablemente, la última oportunidad que se tenga de frenar sus desmanes, antes de que algo muy grave suceda, sea el próximo 15 de mayo.
Si entiende que esta es una forma clara de explicar lo que está sucediendo, comparta estas líneas.
Queda de usted tomar su decisión sobre el niño llamado PLD.
