Este escrito no quiere decir que estoy con Pro-Consumidor en que se declare 2015 el año del comercio justo, problemas como la corrupción, la seguridad urbana, que en realidad son más prioritarios.
Lo opuesto, es que deseo partir de referencias lejanas en el tiempo, como el derrocamiento de Salvador Allende, la nacionalización de la industria bananera que en Nicaragua fracasó debido a las multinacionales, y el bloqueo económico cubano.
La actual política del Gobierno de los alimentos ha tomado conciencia respecto de las actividades de comerciantes que cesan paulatinamente en sus intereses particulares, afectando a una mayoría consumidora. Igualmente el comercio de alimentos y medicamentos se pudiera apreciar en un nivel de crisis aceptable.
Por eso quiero referirme al fenómeno del agropoder: que es el delito de las multinacionales, el poder de los países industrializados, cuya virtud principal es fomentar problemas de la comida, controlar la tierra cultivable con productos lujosos destinados a la exportación, y aunque son, en realidad, infinitas las características, parece culminar con la paralización del desarrollo agrícola y el fomento de una eterna dependencia de países subdesarrollados con los muy industrializados.
El agropoder supone que el excedente alimentario de los países ricos, da una fuerza necesaria para dominar a las naciones pobres, que tienen el hambre generalizada.
El sobrante de granos de EE UU fue utilizado como arma de presión en 1975, en la firma del acuerdo de paz egipcio-israelí. Igualmente en el conflicto de Afganistán, los norteamericanos lo utilizaron como arma diplomática por medio del embargo de granos. China y la antigua URSS también encarnan las potencias que han puesto en práctica el agropoder, lo cual se puede apreciar estudiando documentos desclasificados de la llamada guerra fría, algunos resultando ser grandes fiascos.
En la bibliografía dominicana, esta problemática ha sido ampliamente estudiada. Me incluyo entre los que se sorprenden de lo mal que lo aplican los gobiernos del presente. Por ello deseo evocar a personalidades como Emilio Rodríguez Demorizi, José Luis Alemán, los hermanos Ducoudray, Bernardo Vega, Emilio Cordero Michel y Carlos Dore y Cabral, este último autor de una tesis sobre los problemas de la estructura agraria dominicana (1979). Pero también es necesario analizar los boletines especiales de la SEA, IAD y el BC.
El poder que otorgan los alimentos se extiende más allá de países y multinacionales que se niegan a invertir en ciertos lugares, al mismo tiempo que sus gobiernos poseen fuertes poderes y controles en su contra.
Los mercados internacionales controlan la producción de los alimentos a través de sus grandes compañías.
Es entonces cuando se producen las condiciones para que el agropoder influya en las decisiones políticas y económicas de los países en las cuales tienen instaladas sus subsidiarias. Pueden manejar gobiernos a su antojo y pueden cambiar las características de los alimentos.