El presidente Luis Abinader ha dejado iniciados los trabajos de construcción del muro fronterizo en Dajabón, cuya primera etapa contará con una inversión de 1,750 millones de pesos; el gobierno nos vende la idea que con dicho muro el trasiego de ciudadanos indocumentados cesará.
Las explicaciones del mandatario y sus funcionarios es que el levantamiento del muro permitirá controlar los flujos migratorios, comerciales, enfrentar el contrabando de estupefacientes y el tráfico de personas, lo que garantiza seguridad para los dos países.
Pero en ningún momento las autoridades han hablado de las componendas que se dan entre militares, funcionarios y empresarios en la zona fronteriza donde los negocios ilícitos suceden a diario con el concurso de los llamados a resguardar nuestra frontera.
El ciudadano presidente sigue acentuando su posición de hombre conservador, tanto así que la idea de un muro para dividir en este país la plantearon los Vinchos, líderes sin discusión del conservadurismo feroz, en la oposición Abinader y el PRM decían todo lo contrario a la idea actual, aludían a cumplir la ley de migración y de muro legal e institucional.
Entendemos que no, el muro no es la solución al problema de la inmigración haitiana, irregular y descontrolada hacia el País.
Sin embargo, creemos que sí, queda pendiente reforzar instituciones y aplicar sin distinciones lo dispuesto en la Ley General de Migración.
El muro de Luis quedará en la historia para cercar y dividir, República Dominicana y Haití necesitan mejoras en los controles fronterizos para enfrentar el tráfico de personas, drogas, mercancías, armas y sustancias peligrosas.
Tendremos muro, pero los habitantes de la zona fronteriza siguen y seguirán pasando calamidades ante la falta de necesidades básicas que no cubre el Estado, que prefiere la política de varilla y cemento antes de garantizar vivir con dignidad a sus ciudadanos.