El fútbol es el deporte más popular del mundo. Se dice que alrededor de 270 millones de personas están involucradas. El origen se le atribuye a Inglaterra. Dicen que comenzó con poca organización y hasta violencia. En 1863, en Londres, oficializaron las primeras reglas, lo reglamentaron, a través de la Football Association (FA). Invadió Europa.
Los europeos, especialmente España, lo trajeron al país. Aseguran que cuando los españoles atracaban sus barcos en el muelle, al tocar tierra, en cualquier espacio verde se recreaban jugando fútbol. Los dominicanos se contagiaron y lo aprendieron. Con el tiempo, formaron dos equipos: el Pindu y el Cóndor, integrados por europeos y dominicanos. En 1953 fundaron la Federación Dominicana de Fútbol (Fedofútbol), dirigida por un español y un dominicano. Hoy tenemos varias asociaciones y escuelas. El fútbol va creciendo en el país, aunque se destaca poco a nivel internacional.
Mi interés por el fútbol comenzó con mis dos hijos, Pietro y Pierre. Desde niños fue uno de sus deportes favoritos, junto a la equitación, el baloncesto, la natación, etc. Afortunadamente, en el American School of Santo Domingo, donde hicieron sus estudios primarios y secundarios, tenían cancha de fútbol. Todas las horas libres lo jugaban. Además, asistían a clases y campamentos de verano de la Escuela de Fútbol de Jorge Bauer.
Mis hijos disfrutaban los deportes y contaban con mi apoyo. De hecho, siendo adolescente, Pierre fue a Dallas, Texas, como apitán de un equipo de Fútbol del American School, que representó al país en la XVII Copa Dallas en 1996; mientras Pietro, también representando el país, había estado en San Juan, Puerto Rico, con el equipo del Centro Ecuestre Las Colina, en una competencia de equitación, montando caballo al estilo ingles, esto es, saltando obstáculos. Naturalmente, eran “hobbies”, terminaron siendo ingenieros civiles. Sueño con que todos los niños y jóvenes puedan tener acceso a los deportes. Son educativos, ayudan a la salud física y mental. Viendo el Mundial de Fútbol Russia 2018, me emociono. Cada futbolista, cargado de sueños, quiero que gane y termino agotada, especialmente cuando en la competencia están Alemania y España, donde viven mis hijos.
El fútbol es apasionante. Las reglas, muy estrictas, se aplican en cada movimiento: al usar los pies, la cabeza, controlar las manos, estar atentos a espacios vacíos para dirigir la bola, detenerla sin tocar al contrincante, tropezar, caerse, levantarse, meter gol, etc., y si se comete una falta ¡el penalty! Cualquier descuido puede hacer perder al equipo.
Quedé agotada con el juego España y Portugal, Alemania y México, Suiza y Brasil, Japón y Colombia, Irán y España, etc… Adoré el jugador llamado Osako de Japón. Es como una avispita al acecho. A pesar de su pequeña estatura, con la cabeza entró el gol que le dio el triunfo a Japón.
Agradezco al Mundial de Fútbol, que me permite olvidar por horas, los temas de corrupción, violencia, Odebrecht, los congresistas, ley de partidos. ¡Debemos fomentar los deportes! Necesitamos que los jóvenes se ejerciten, recreen, reciban energía positiva, busquen lo hermoso y saludable de la vida y despejen de su escenario las lecciones negativas que invaden la sociedad.