A propósito de nuevos tiempos, en República Dominicana ha llegado el momento de que se produzcan verdaderas señales de interés de transformación de la sociedad, en torno a la limpieza y el cuidado de sus espacios, con acciones y comportamientos que repercutan favorablemente para que éste sea un país de ciudades habitables, visitables y sostenibles.
Aunque, naturalmente, el Gobierno y sus instituciones tienen la responsabilidad en la creación de políticas públicas para que las naciones sean más funcionales y desarrolladas, todos los actores sociales, sin distinción de nivel, deben involucrarse en los propósitos de que siempre haya mayor bienestar colectivo.
Santo Domingo, Ciudad Primada de América, bien puede ser un punto de partida para el desarrollo de un plan piloto de transformación real y efectivo que garantice el mantenimiento de la limpieza y la prevención de inundaciones, tomando en cuenta lo que ya hemos visto y vivido en otros momentos.
Cuando nos ha tocado enfrentar situaciones de lluvias ha quedado claramente evidenciada la ausencia de una cultura ciudadana basada en la convicción de que la ciudad más limpia no es la que más se barre, si no, la que menos se ensucia.
Plásticos, envases de todo tipo, latas, botellas, ramas, partes de electrodomésticos, materiales de construcción y cuántas cosas más salen a flote tan pronto caen dos o tres gotas de lluvia en las calles de Santo Domingo y, como sabemos, esos desechos no descienden de los cielos, como si se tratara del maná, del que, incluso, son la antítesis.
Esa realidad confirma que, independientemente, del trabajo que deben hacer las instituciones públicas, fundamentalmente los ayuntamientos, existe un mal de origen y de fondo que también debe ser tratado: la falta de compromiso de los ciudadanos con su entorno.
En el Plan Estratégico del Distrito Nacional 2030 (PEDN2030) hay dos importantes lineamientos: Desarrollo Humano e Infraestructura y ambos casos demandan la participación ciudadana.
El primer lineamiento estratégico está fundamentado en cuatro dimensiones que son, economía naranja, participación, educación vocacional y educación cívica; el segundo, infraestructura, también se sustenta en cuatro ejes: mejora y expansión del espacio público, masificación del tránsito y peatonalización, manejo sostenible de los residuos sólidos y colocación de redes para cables, alcantarillado y gas.
Es el momento de comenzar a desarrollar esos lineamientos para que se puedan ir aplicando y llegar al 2030 con una ciudad y ciudadanos comprometidos con los proyectos que deben realizarse para que haya espacios decentes.
Quienes manejan políticas públicas urbanísticas citan, por lo menos, seis factores básicos para mantener una ciudad limpia y prevenir inundaciones y, por supuesto, todos coinciden en la necesidad de que, para el éxito, deben estar involucrados los gobiernos, las empresas y los individuos.
De otra manera, de poco habría valido el esfuerzo.
El Distrito Nacional cuenta con la primera mujer, elegida y reelegida como alcaldesa, Carolina Mejía Gómez, quien, incluso, ostenta otros reconocimientos nacionales e internacionales, aparte de más del 61 % del total de electores que la ratificó en el puesto, en febrero pasado.
Algunos aseguran que es “un lujo” tenerla en la posición.
Las autoridades de los 158 municipios y de los 235 distritos municipales de República Dominicana, que cuentan con el apoyo del Gobierno Central, están en el mejor momento de implementar estrategias para impulsar trabajos y voluntades que contribuyan a elevar la calidad de vida de la gente, a embellecer los espacios y, particularmente, a involucrar a los ciudadanos en el compromiso de construir, en vez de destruir.