Hay raíces que no debemos perder. Son esencia, símbolos, que identifican al individuo, a una nación. Para los dominicanos, el merengue es una de ellas.
Escucharlo es evocar pinceladas de nuestra cultura, ver flotar la bandera, recordar el campo, la alegría de la gente… lo que nos une en medio de la adversidad.
Fue lo que sentí cuando leí la invitación para la conferencia “Orígenes y trayectoria del merengue típico dominicano”. Solo el título me hizo sonreír. No podía perdérmela. Además, estaba a cargo de alguien conocedor del tema, el investigador don Américo Mejía Lama.
A mi juicio, el merengue es ¡una chispa de alegría! Lo disfrutamos, pero pocas veces pensamos en sus orígenes. Hay varias versiones. Quise conocer la de don Américo. La actividad se realizó en el auditorio de la Universidad APEC. Los asistentes fuimos recibidos con un “perico ripiao”. Entré bailando.
Trozos de merengue ilustraban la conferencia. Nos hablaban de su evolución. Proyectaban imágenes. Entre una y otra información, Don Américo hacia alusión a fechas, músicos, instrumentos, temas musicales, forma de bailarlo… “Oye niña quien te besó a la orilla de la empaliza”… En sus asientos el publico se tongoneaba. Mi mente estaba en el ritmo.
Dijo que el primer merengue lo grabó Juan Bautista Espínola Reyes en 1928. Lo escuchamos. Era como una especie de danza; que el merengue típico surgió el 26 de noviembre de 1854; el jaleo vino con la mangulina. En 1970 llegan los acordeones. El ritmo del tamboreo hace la diferencia.
Habló de los diferentes toques de tambores: el derecho, pambiche, de la güira, acordeón. Escuchamos fragmentos de “La Maricutana”, “Siña Juanita”, “La empalizá” y otros. Dijo que “Compadre Pedro Juan” surgió en 1939.
Mencionó merengueros: Ñico Lora, Tatico Henríquez, Trío Reynoso, “el Cieguito de Nagua”, “Fefita la Grande” y Joseíto Mateo, entre otros. En esta actividad, Julio, un hermano de Tatico tocó la güira con entusiasmo y profesionalidad.
Me complació escuchar al director de Folklore del Ministerio de Cultura. Dijo que estaban fomentando el merengue típico, enseñando a tocar los instrumentos y a bailarlo ¡No está en crisis! enfatizó. Habló con entusiasmo del concierto “Solo merengue”, donde participarían alrededor de 30 merengueros.
A mi juicio, el día del Merengue no solo debe ser festejado el 26 de noviembre. Las autoridades deberían buscar mecanismos para hacerlo sentir con más fuerza a nivel nacional, durante una semana.
Que se escuche por todos los medios de comunicación, parques, en áreas públicas. La semana del merengue atraería turistas.
Amo el merengue. Es una inyección de energía positiva a la sociedad. Tiene el mágico encanto de despejar de las mentes los problemas, romper las inhibiciones, unir los individuos y hacer brindar por la vida, con fe y mucha alegría.