En tiempos de campaña, las calamidades suelen ser menos pesadas tanto para quienes las sufren, como para las autoridades.
Lo más posible durante este período, que coincide con la temporada ciclónica, es que más de un precandidato aspirante a cualquier posición, se ofrezca a resolver los problemas que estén afectando a una familia en condición de vulnerabilidad, ya sea porque se le inundó su vivienda y se le dañaron los ajuares, o que los vientos de un fenómeno hayan desprendido parte de la estructura de la casa.
Esos son las principales dificultades que enfrentan las personas en esa condición, algo que quienes nos dedicamos al periodismo conocemos muy bien, porque varias veces al año nos toca vivir la experiencia de sacar las calamidades de las zonas vulnerables, para mostrarlas al país a través de los medios.
El drama es el mismo siempre que tenemos un ciclón tropical: “Nadie ha venido por aquí, no tenemos para dónde ir, no nos han traído nada, etc, etc”.
En medio de la tormenta Franklin, ya hay muchos precandidatos aprovechando haciendo visitas a personas afectadas y dejándose ver por sectores vulnerables, al igual los partidos, que se han sumado a la causa poniendo a disposición sus establecimientos y solicitando a la militancia que coopere.
Esas buenas acciones están muy bien porque benefician a alguien que lo necesita, y son parte de la oferta y demanda del mercado electoral, que es cuando esos afectados tienen la oportunidad de tener cerca a quienes posiblemente serán sus representantes en el Congreso Nacional o las alcaldías.
Es una especie de pesca en río revuelto, o de tender una mano a quien tiene el agua al cuello, que no la va a rechazar, sin importar de dónde llegue.
Lo ideal sería que no haya tanta gente viviendo en lugares como las orillas de ríos y cañadas, ni que los políticos saquen provecho de eso, sino que, verdaderamente se preocupen por crear las condiciones para que no existan esos asentamientos, y crear propuestas reales y alcanzables para su electorado, que permanece en las mismas condiciones todos los días, pero que parece tener mayor importancia cada cuatro años.
Reitero, no está mal que vayan donde esas personas, lo que sí veo mal, es que lo hagan en los momentos cuando quieren sacar provecho.