El médico, el geólogo y el ecólogo

El médico, el geólogo y el ecólogo

El médico, el geólogo y el ecólogo

Osiris de León

Hay profesiones donde un mismo problema puede ser abordado de diferentes formas y tener diferentes interpretaciones, sin embargo, hay profesiones como la medicina, la geología y la ecología donde el profesional tiene el deber de decir las cosas como realmente son, aunque el diagnóstico y la recomendación para la solución sean muy diferentes a lo esperado por la población.

Para un médico es muy amargo darle al paciente un diagnóstico de una enfermedad catastrófica, pero busca la forma de decirlo, aunque sea vía familiares cercanos, pero lamentablemente el médico no puede dar un diagnóstico distinto al que los análisis indican.

Igual pasa con el geólogo, quien muchas veces debe decir algo muy distinto a lo esperado, sabiendo que esa opinión va a producir un profundo desagrado en quienes esperan otro resultado.

En nuestro caso particular hemos vivido muchas experiencias de tener que decirle a un cliente todo lo contrario de lo esperado, y sólo citaremos algunos ejemplos:

1-En el año 1983 se nos pidió un estudio hidrogeológico para perforar 3 nuevos pozos para agua en un importante proyecto en Sosúa, Puerto Plata, y la conclusión del estudio fue que en lugar de abrir tres nuevos pozos, era obligatorio cerrar los tres principales pozos del proyecto, porque el exceso de bombeo estaba produciendo un acelerado avance de tres cuñas de intrusión salina que estaban dañando el acuífero. Aquella recomendación fue casi un insulto al cliente.

2-En el año 1987 participamos en los estudios geológicos y geotécnicos para el emplazamiento de lo que sería el puente más grande sobre el río Ozama, el cual saldría desde el obelisco «hembra», pasaría sobre Fray Antón de Montesinos y terminaría en la base naval Sans Soucí, para conectar la Av. George Washington con la Av. España, sin embargo, las pésimas condiciones del subsuelo obligaron a abandonar el proyecto, lo cual no fue muy agradable para el presidente de la República que ya había firmado un contrato de construcción. Esa es la razón por la cual hay un puente flotante montado sobre dos barcazas.

3-En el año 1999 participamos en un estudio hidrogeológico en Cabo Haitiano, y las conclusiones del estudio fueron que allí no había agua subterránea, lo cual produjo una reacción airada del cliente frente a nosotros, y hasta nos descalificó, sin embargo, un mes después volvió a nuestras oficinas a pedir disculpas pues había consultado con su amigo director del departamento de geofísica de la universidad de Illinois, quien le certificó que ese estudio estaba bien hecho, las conclusiones eran correctas, y que allí no había agua subterránea. Entonces nos pidió explorarle otra zona donde sí encontramos resultados positivos, hicimos los pozos y extrajimos los caudales anticipados en el estudio.

4-En el año 2000 participamos en los estudios geológicos, geofísicos y geotécnicos para el nuevo puente sobre el río Higüamo, en San Pedro de Macorís, el cual sería un puente de unos 90 metros y unos 90 millones de pesos, sin embargo, los resultados de los estudios indicaron que aquel emplazamiento era un extenso y profundo pantano, y que el puente debía tener una luz central de 390 metros para sobrepasar el pantano, y aquella recomendación estremeció a la Secretaría de Obras Públicas y al Banco Mundial, porque el puente costaría más de mil millones de pesos. A nadie le agradó aquel resultado, pero era el resultado.

Con la ecología se da la misma situación, pues muchas veces se contraponen la emotividad ambiental y la realidad científica, y a veces el resultado de una evaluación ambiental es totalmente diferente a lo esperado por un cliente, o por una institución, o por un gobierno, o por una población, y vienen los disgustos porque la gente siempre quiere el resultado esperado, y de lo contrario hay frustración, y hasta descalificación de quien hizo el estudio, y se le acusa de incapaz o de «venderse a la competencia». La gente rompe las fotos feas y los informes desagradables.

Debemos comprender que el médico, el geólogo y el ecólogo tienen el deber de decir las cosas como realmente reflejan los estudios y la realidad, aunque a veces decir la verdad genera impopularidad.