Desconozco en cuáles condiciones vive el médico Félix Antonio Cruz Jiminián (Tonito). Ni siquiera estoy enterado si en su ejercicio profesional ha amasado fortuna. Eso no me importa. Ojalá haya sido así, porque él ha tenido una larga trayectoria profesional, creo que de cara al sol.
A través de los periódicos y uno que otro programa de televisión me he enterado de la entrega de este galeno por los desheredados de la fortuna, que son la inmensa mayoría de este pueblo.
Su clínica, ubicada en el populoso sector de Cristo Rey, donde este profesional vivió desde que era un niño, es ahora un lugar donde tienen acogida pacientes afectados por distintos males.
En mis escritos no acostumbro a dar lisonjas a persona alguna. Ha sido una norma en las más de tres décadas que llevo en los avatares del periodismo.
Pero, por lo que he visto, este médico me ha convencido que practica la filantropía. A Cruz Jiminián lo saludé una vez, hace más de quince años, en la redacción del desaparecido periódico “Última Hora”, cuando todavía él no pasaba de ser un médico más.
A pesar de ello, creo que este profesional de la Medicina es uno de esos seres especiales que dicen presente a la hora de poner en práctica la nobleza de espíritu, de decir “sí, yo puedo” en momentos en que se requiere salvar la vida de un paciente; de estar al lado de toda esa legión de gente que acude a su clínica en busca de recuperar su salud, o de hacer propias denuncias de medios sobre casos especiales de pacientes con problemas de salud que otros médicos rehúyen dar asistencia.
En esos menesteres, he visto a Cruz Jiminián desplazarse por lugares recónditos en procura de llevar una sonrisa de satisfacción y alivio a personas que en lo económico no tienen con qué caerse muertas.
No me fío si Cruz Jiminián acude acompañado de cámaras de televisión cuando va a algún lugar a realizar una labor social. Entiendo que la alta política, por vía del Senado, hizo bien en no escogerlo como Defensor del Pueblo. Tonito como médico hace rato que tiene esas prerrogativas, y el pueblo lo sabe y lo asimila.