Feliz navidad a todos/as lectores de Conflictos y Mediaciones. Como he planteado en otros Conflictos y Mediaciones por eldia.com.do, la mediación virtual es la oportunidad que adquiere las personas para solucionar sus diferencias, controversias, conflictos o como usted desea denominarlo.
Aun bajo la modalidad de un teléfono celular, una computadora, laptop, Skype o cualquier dispositivo tecnológico, usted será usted. Si sonríe así será, si llora así será, si tiene ira así será, si estas feliz mucho más interesante.
Si conversa bajo chistes y bromas. Usted será esa persona en la virtualidad y en la vida real.
Usted en un proceso de mediación será solo usted. Si la otra parte está alegre por verse y buscar por vía de un tercero imparcial (mediador/a), una solución satisfactoria pues mucho más interesante será la conversación con esa emoción de alegría y entusiasmo.
En donde las palabras, la comunicación, el diálogo traerán opciones desde las cuales podrán responderse los intereses y necesidades con un ánimo de alegría, armonía y paz. La pantalla de su aparato tecnológico dirá siempre quién es usted. Esto está claro, en ese momento la tecnología lo mostrará tal como usted es. Espontaneo/a.
Con esas emociones expuestas en la pantalla podríamos lograr muchas cosas de las que no se arrepentirá. Esto es gracias a la mediación virtual.
Una de las mayores emociones de un ser humano es el amor, el que nos enlaza con otros seres humanos. Pudiendo ser familiares: hermanos, padres, nietos, sobrinos y hasta conocidos. También el amor religioso, aquel que por ser creyente y seguidor de Jesús nos llama a amar al prójimo como a nosotros mismos. Nos puede relajar y ponernos dócil ante acontecimientos del buen vivir y si es tecnología en época crítica como esta es extraordinario.
Por tales razones ahora la mediación virtual nos permite a mediadores y participantes a relajarnos y a sentirnos satisfecho de los logros y por ende, proyecta la convivencia entre uno y otro. Por lo que la mediación virtual puede unir lazos y nexos.
Son esas emociones básicas del comportamiento humano las que todo profesional de la mediación se encuentra en cada proceso y etapa. Para la cual debe la persona mediadora contar con las habilidades y herramientas básicas para poder abordarlas sin ser terapeuta ni sicólogo de las personas.
En el proceso comunicacional de las partes en la mediación esas emociones son normales y son las que facilitan o dificultan que las personas solucionen sus controversias de manera eficaz y satisfactoria, claro está, dependiendo cómo fueron analizadas y abordadas por el profesional de la mediación como tercero imparcial.
Las emociones son el motor activador del diálogo, de la comunicación; tanto del acuerdo como el no acuerdo. Estas tienen sus altas y bajas para el resultado de una mediación que tiene varias de estas emociones activas entre las partes son escollos para lograr una satisfacción para ambas partes.
Son esas emociones vivas en la mediación las que tiene que trabajar la persona mediadora como tercero imparcial del proceso, manejando un timbre y tono de voz adecuado según la emoción reflejada en el diálogo.
Podríamos decir que las emociones son las que permiten a la comunicación, externadas en las palabras, argumentos y propuestas que hacen las partes ante las narrativas que estos realizan en la mediación. Sin las mismas, la persona mediadora no podría utilizar las herramientas de las preguntas en toda su dimensión y las estrategias según la emoción descubierta en la conversación.
Dos grupos de emociones: las primarias y las secundarias
Varios textos de psicología dividen las emociones en esos dos grupos. Las emociones primarias son definidas como las que permiten al organismo (cuerpo) tanto beneficiosa como un proceso adaptativo a nuestro organismo y que según diversos autores suele favorecer un estímulo positivo a la persona.
Dentro de esas emociones primarias están: la ira, tristeza, miedo, amor, asco y otras. De las cuales hemos hablado en párrafos más arriba.
Pero abundando un poco más sobre las mismas destacar fortalezas por un lado y por otro, lo que les llamó debilidades.
Se puede destacar la ira como la rabia que según textos y expertos, son las que a su entender generan por un lado fortalezas, capacidad y seguridad y a la vez, son las que permiten al individuo una “sensación” de que posee control de su comportamiento.
El trabajo de la mediación con la dinámica de las herramientas comunicacionales y de la persona mediadora es saber explotar esas emociones a favor de las personas participantes, en donde las preguntas son las mejores estrategias a aplicar en esos casos.
En toda dinámica de conflicto siempre existe un elemento emocional sea positivo o negativo, pero los hay. De modo que es responsabilidad del mediador/a aplicar la estrategia y herramienta acorde a la emoción reconocida del proceso.
Las emociones pueden hacer que una persona en un momento del proceso se encuentre vulnerable frente a la otra parte, en donde un sufrimiento, calamidad y baja autoestima coloca a al individuo en un estado de vulnerabilidad. Es por supuesto la persona mediadora la responsable de que su estado emocional no le perjudique en las decisiones que él o ella pueda decidir en torno a su controversia.
Es todo lo contrario, es ver cuáles estrategias y herramientas podemos utilizar para ubicar a esa persona que por circunstancia se encuentra vulnerable y que por ese estado no está en la disponibilidad en ese momento de tomar una decisión.