Con el respeto que se merece como procurador general, a mi entender, en el caso Odebrecht el señor Jean Alain Rodríguez simplemente está mamoneando, como se dice coloquialmente.
Y para quienes no conocen el vocablo, es preciso explicarles que mamonear, en República Dominicana, es perder el tiempo en lugar de hacer lo que corresponde.
De modo que si alguien te dice: “Deja de mamonear y ponte en lo tuyo”, simplemente te está diciendo que dejes de evadir tu responsabilidad y haga lo que tienes que hacer.
Es similar a lo que en educación llaman procrastinación, que no es más que la decisión de no hacer algo a pesar de que sabes que a largo plazo será peor.
La idea es dejar para después “tratando de mejorar nuestro estado de ánimo, evitando hacer algo que nos parece desagradable”.
La procrastinación afecta no solo a los estudiantes, sino también a profesores, y según el psicólogo Tim Pychlyl, de la Universidad de Carleton en Canadá, quien es parte de un grupo de investigación sobre la procrastinación, “en la actualidad es el problema más grave en la educación” (*BBCMundo).
Posponer la realización de una tarea trae como resultado una baja calificación, falta de aprendizaje y eventualmente que el estudiante en cuestión no pase de curso.
Sin embargo, cuando de justicia se trata, si un funcionario no investiga correctamente, si no interroga o se dilata adrede en sus indagatorias, la consecuencia es catastrófica, pues el resultado es la falta de sanción para el delincuente, lo cual no solo afecta a la víctima, sino que se convierte en el mejor estímulo para que el infractor continúe haciendo daño.
Los dominicanos estamos hartos de corrupción e impunidad. Y por eso mueve a sospecha la parsimonia del procurador frente a los megasobornos de Odebrecht.
De hecho, el nuestro es de los pocos países, de los 12 que la empresa admite haber repartido US$788 millones en sobornos para lograr contratos, que todavía no tiene un solo sometido por este caso.
Mientras en Brasil, el presidente de la empresa, Marcelo Odebrecht, está preso desde hace un año, en Panamá hay 17 sometidos, incluidos parientes del expresidente Ricardo Martinelli; en Guatemala han sido interrogados familiares del presidente; en Colombia hay al menos dos exfuncionarios tras las rejas, igual en Perú, aquí en República Dominicana, la histórica cuna de la impunidad, el procurador sigue rascándose el ombligo y pidiéndole a Brasil que le facilite copias certificadas de las confesiones realizadas por los ejecutivos de la empresa Odebrecht, las cuales fueron homologadas por la Corte Suprema de Justicia de ese país.
Es como si le diera pena, temor o vergüenza proceder firme y de frente ante los funcionarios de su partido y de otros que recibieron sobornos de Odebrecht a cambio de asignarle la construcción de obras sobrevaluadas en perjuicio de empresarios criollos y de toda la sociedad dominicana.
Llama la atención que hasta ahora el procurador solo haya interrogado al señor Ángel Rondón, “el hombre del maletín”, y a los expresidentes del Senado y la Cámara de Diputados del PRD (ahora PRM), mientras evade llamar a los peledeístas Reinaldo Pared , Julio César Valentín y Abel Martínez.
Tampoco es suficiente el acuerdo mediante el cual la empresa se compromete a pagar al Estado dominicano US$184 millones en ocho años. Eso no basta para resarcir el daño provocado a esta sociedad.
Es necesario someter a la Justicia a todos los que recibieron sobornos de Odebrecht , lo contrario sería premiar a los corruptos.
Señor procurador, proceda sin prisa, pero sin pausa.
¡Ya está bueno de tanto mamoneo!