Hoy todavía a más de un siglo, se mantiene con plena vigencia la frase que pronunció el literato y educador dominicano Federico Henríquez y Carvajal en el entierro del filósofo y educador boricua Eugenio María de Hostos, el 11 de agosto de 1903, cuando dijo: ¡Oh, América infeliz, que solo sabes de tus grandes hombres, cuando son tus grandes muertos!
Y es que no se concibe que un hombre que fue todo un verdadero “fenómeno” de la narración hípica durante más de cuatro décadas, como Simón Alfonso Pemberton, falleciera ayer prácticamente abandonado en un hospital público de Santiago, porque su familia no contaba con los recursos económicos para seguir pagando una clínica privada.
Simón fue lo máximo de la narración hípica en América Latina, y si esa actividad alcanzó una popularidad extraordinaria en el país, se debe a su forma peculiar de narrar, al punto, de que durante años la población hizo suya decenas de frases que popularizó “El Mago’’.
Tengo informes de algunos amigos, de que la Comisión Hípica Nacional, que maneja cientos de millones, nunca se acercó a la familia para darle ayudar durante su internamiento, situación penosa, lamentable y desgarradora.
Como sociedad desmemoriada, no será ni el primer ni el último caso de abandono total a una gloria como Simón, al punto de que cuando sus condiciones narrativas disminuyeron, la gente perdió interés, en especial en los estratos medios y bajos.
El mejor reconocimiento a Simón, es designar con su nombre la pista del hipódromo V Centenario, ya que estadios de béisbol y muchas otras instalaciones deportivas han sido apellidadas con nombres que contribuyeron igual o menos que Simón, al desarrollo de sus respectivas disciplinas.