El juez corrupto
El daño que puede infligir un juez corrupto, cobarde y culebro a la sociedad es inconmensurable. Sus decisiones atadas a intereses individuales o de grupos contribuyen con la creación de una especie de barbarie.
El juez corrupto establece la ley del bolsillo más hondo, rompe el orden jurídico, mancilla los derechos de los ciudadanos con su secuela de daños materiales y personales, directos y colaterales.
No tiene alma el juez corrupto. Centrado en los activos que puede acumular –para disfrutar a hurtadillas desde el testaferrato ominoso- no piensa en el tipo de legado que deja a los suyos.
Una heredad llena de distorsiones, inseguridad, inequidad y, en fin, un tejido social enfermo es la entrega del juez corrupto, cobarde y culebro a sus propios descendientes.
Por eso no tiene corazón. Arma trampas para sí mismo.
Es irracionalmente materialista y no ve la vida ni la evolución de la sociedad más allá de sus urgencias seculares o de las apetencias desmedidas buscando zonas de confort a contrapelo de su conciencia.
El juez corrupto, cobarde y culebro es un criminal. Mata las esperanzas de muchos en la justicia. Siembra la desconfianza de los ciudadanos en el Estado y sus instituciones.
Oficinas de abogados de este país celebran la hazaña de contar con los servicios “incondicionales” de jueces corruptos, cobardes y culebros. Son peones incorporados a catálogos de ofertas “legales” que generan muchos millones.
Pero se trata de recursos sucios, que si bien proveen garantía de prosperidad material, hacen del juez corrupto, cobarde y culebro un presidiario de sí mismo.
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Victor Bautista
Máster en Dirección de Comunicación OBS/Universidad de Barcelona. Egresado de la UASD como licenciado en comunicación. Ha sido alto ejecutivo de medios impresos, de TV e internet. Actualmente es socio director de Mediáticos Consultores de Comunicación.
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