Hace muchos años, veinticuatro siglos tal vez, fue escrito en Grecia un encomio de la memoria acompañado de una demeritación de la escritura.
Salió de la mano de Platón en uno de sus diálogos, Fedro o del amor, en el que pone a Sócrates a contarle a su interlocutor la invención de la escritura entre los egipcios.
Atribuye este aporte a Teut, un dios local, al que atribuye también la invención de los números, el cálculo, geometría, astronomía, ajedrez y los dados. Este dios se presentó ante Tamus —autócrata de los egipcios—, le presentó sus inventos y le sugirió su promoción en el reino.
Acerca de la escritura, el dios le dijo al rey que haría a su gente más sabia y les permitiría superar dificultades de memorización de las cosas, necesaria entonces, así como su traspaso por medios orales.
Según Tamus, contrario a las pretendidas ventajas, la escritura sería causa de olvido en quienes la aprendieran, habidas cuentas de que ya no les sería menester memorizar nada, y para recuperar el pasado sólo tendrían que ir a buscar en lo escrito, lo mismo que los conocimientos.
“Tú no has encontrado un medio de cultivar la memoria, sino de despertar reminiscencias, y das a tus discípulos la sombra de la ciencia y no la ciencia misma”, recriminó el rey.
A renglón seguido le espetó que cuando la gente se diera cuenta de que podía aprender sin maestros, se consideraría sabia “y no serán más que ignorantes, en su mayor parte, y falsos sabios insoportables en el comercio de la vida”.
Aquella es la versión de Platón sobre la invención de la escritura entre los egipcios, que utilizaban un sistema jeroglífico, pero ocurre que entre los mayas, desconocidos de Platón y sin vínculo registrado con Egipto, también era usado el glifo como escritura, la cual todavía puede ser vista en Tikal, Guatemala, y en Palenque, Chiapas, a los que se les atribuye una antigüedad de dos milenios. ¿Quién los inventó?
En China han sido hallados trazos emparentados con el sistema ideográfico actual que acaso antecedan con mucho el surgimiento del sistema de glifos egipcios y también en algunas partes de Europa.
Una breve digresión para acercar el episodio de “la caverna”, del propio Platón, contenido en La República, particularmente el de tomar las sombras de las cosas por las cosas mismas, al riesgo de que con la escritura se pudiera estar empujando a los expuestos a esta enseñanza al abandono de los recuerdos para poner reminiscencias en su lugar.
Desde luego, los difíciles sistemas de escritura de aquellos tiempos debían ser del dominio de una élite, acaso sacerdotal, porque entonces, como ahora, no todos quieren, o pueden, escribir y hacerlo bien, que es complicado.