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El hackeo espiritual de 2025 o cómo el dalái lama privatizó su alma para burlar Pekín

  • La sucesión del dalái lama es una búsqueda guiada por la mística

Nueva Delhi.- El dalái lama ha transformado su 90 cumpleaños en una trampa geopolítica al decretar que solo su círculo de confianza validará su reencarnación, arrebatando a Pekín la potestad de un milagro ancestral.

Es el gran hackeo de 2025- utilizar una fundación privada para impedir que un régimen ateo logre nacionalizar su resurección. La sucesión del dalái lama es una búsqueda guiada por la mística. Cuando el líder fallece, los Altos Lamas y los regentes acuden al lago sagrado Lhamo La-tso, en el Tíbet, para interpretar señales en sus aguas.

Estas visiones los guían hacia un niño que debe superar la prueba final- reconocer, entre varias imitaciones, los objetos de su vida anterior, como unas gafas, un rosario o un tambor ritual.

Pero China ha puesto en jaque la tradición que define la reencarnación. Con el Tíbet bajo control de Pekín y el liderazgo en el exilio, respetar el ritual implica entregar al próximo dalái lama al Estado chino o buscarlo fuera del Tíbet y quebrar una práctica de siglos.

El eslabón perdido


Es aquí donde el sistema se rompió. En las calles de Dharamshala, sede del liderazgo tibetano en el exilio, los carteles descoloridos por el monzón muestran el rostro de un niño de seis años.

Es Gedhun Choekyi Nyima, el XI Panchen Lama, segunda máxima autoridad del budismo tibetano y la “llave” legítima para encontrar al próximo dalái lama. Durante siglos, la teocracia funcionó bajo una regla de legitimidad recíproca- el dalái reconoce a la reencarnación del panchen, y este, años después, se convierte en el maestro encargado de encontrar y autentificar al nuevo dalái.

Es una llave de dos vueltas. China quebró el mecanismo en 1995, cuando tres días después de que el actual líder tibetano reconociera a aquel niño, las autoridades chinas lo secuestraran.

Treinta años después, su paradero es secreto y Pekín instaló en su lugar a su propio candidato, Gyaltsen Norbu, un líder religioso leal al Partido Comunista que hoy vive bajo estricta vigilancia.

Cambiar la cerradura, no la llave


El plan de Pekín es esperar la muerte del dalái lama y utilizar a su “panchen lama oficial” para sacar un nombre de la “Urna de Oro” y legitimarlo bajo la ley china. Pero en 2025, el dalái lama se anticipó al juego. Sabiendo que China tiene la llave tradicional (el falso panchen), decidió cambiar la cerradura.

La operación se selló en el cónclave de julio, en la “pequeña Lhasa”, cuando en su 90 cumpleaños el líder religioso, nacido como Tenzin Gyatso, anuló la dependencia del método tradicional y transfirió la autoridad suprema de su sucesión al Gaden Phodrang Trust, una fundación privada creada por él mismo en Zúrich.

La maniobra jurídica vino acompañada de un cierre de filas histórico. Las 115 cabezas de las escuelas budistas firmaron una resolución de unanimidad, haciendo un ajuste técnico a una tradición de siglos.

La legitimidad ya no reside en las visiones del lago ni en la validación del panchen lama chino, sino únicamente en el sello legal de este fideicomiso. El muro de Pekín- Burocracia contra Fe
La respuesta de China en 2025 ha sido reafirmar su monopolio sobre lo divino.

Basándose en los reglamentos estatales vigentes desde 2007, la Asociación Budista de China —brazo religioso del Partido— declaró este año que “el Gobierno central tiene el derecho de tomar la decisión final sobre la reencarnación”, rechazando de plano la “discreción individual” del exiliado.

Para la maquinaria de propaganda china, el hombre que cumplió 90 años no es un santo, sino un “actor político” y un “separatista” que usa la religión como cobertura. El choque de trenes se hizo visible en el plano diplomático.

Mientras líderes como el primer ministro indio, Narendra Modi, y el secretario de Estado de EE.UU., Marco Rubio, felicitaban al dalái lama desafiando las advertencias chinas, Pekín respondió con una demostración de fuerza sobre el terreno- una visita del presidente, Xi Jinping, al Tíbet.

Calificada por los medios estatales como una muestra de “firme liderazgo” y “estabilidad duradera”, la gira de Xi fue el recordatorio visual de quién controla el territorio, aunque haya perdido el control de las almas.

La ofensiva final


Al cerrar el 2025, el dalái lama ha logrado cambiar la pregunta fundamental. Ya no se trata de qué pasará cuando muera, sino de cómo se ejecutará el plan que él mismo ha diseñado en vida.

El “simple monje” ha ganado diseñando una eternidad que no necesita de su presencia física para existir y dejar a un régimen ateo esperando la muerte de un hombre mientras se enfrenta a la inmortalidad de una institución.

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