El caballeroso Winston Chilote Llenas, presidente de las Águilas, se queja amargamente de que el Gobierno incumplió la promesa de ayudar a reconstruir el estadio Cibao para el campeonato de béisbol que inicia este viernes.
Debo recordar al Chilote, persona con un trato afable, que ya pasaron los tiempos en que el Estado tenía que aportar casi todos los fondos para cubrir los torneos de béisbol profesional.
Extraña que un atleta con la visión y preparación de Llenas se lamente de esa “violación”, conociendo a que este es un negocio privado del cual el Estado hace tiempo que se desvinculó, en especial en lo económico.
El béisbol profesional es un negocio como otro cualquiera, y las Águilas, equipo que preside Chilote, es uno de los que más recauda por diversos conceptos en los diferentes torneos.
Por lo tanto, a ese conjunto es al que menos le luce estar pidiendo para reparar su estadio, dado que ahí tienen oficinas permanentes, juegan los torneos y todo lo que se les ocurra sin pagar un solo centavo.
Entonces, no es inteligente de su parte hacer ese reclamo, en momentos en que la gente más humilde está siendo compelida a pagar sus impuestos, como tiene que ser.
Con la queja sobre el “incumplimiento” de reparar el estadio Cibao, Chilote, ahora como directivo, la botó fuera del parque, pero de foul.
Y bien hizo el Gobierno en dejar que cada equipo cargue con los compromisos que debe asumir para el montaje de un espectáculo que, si bien es cierto es un pasatiempo nacional por el seguimiento que le da la población, es un negocio netamente privado, cuyas ganancias se quedan única y exclusivamente en manos de sus accionistas o socios.
Ya pasaron los tiempos en que los gobiernos creían en la teoría de que la gente se olvidaba de sus principales problemas durante el desarrollo de la pelota profesional.
Por eso, accedían a darle la mano, tal y como ocurría en el imperio romano, con el famoso y “manoseado” “pan y circo”.