El gran festejo del 4 de Julio llega con inversión extranjera

El gran festejo del 4 de Julio llega con inversión extranjera

El gran festejo del 4 de Julio llega con inversión extranjera

Washington.- Hoy es 4 de julio. ¿Qué puede ser más estadounidense que destapar una Budweiser fría, poner una salchicha en la parrilla, rociarla con kétchup Heinz, ver a los chicos persiguiendo la camioneta de Good Humor Ice Cream y pescar, a lo mejor, el último éxito cinematográfico de este verano?

Bueno, técnicamente, usted estaría bebiendo una cerveza que es propiedad de un conglomerado brasileño-belga, la salchicha –ya sea las populares de Nathan’s Famous, de Eckrich o Smithfield Foods- sería propiedad de una compañía china, el kétchup Heinz pertenecería en parte a un grupo de capital riesgo brasileño, la camioneta de Good Humor Ice Cream parte de un conglomerado británico-holandés, e iríamos al cine a una sala que probablemente pertenecería a Dalian Wanda, un gigante de los bienes raíces chino que controla más pantallas de cine estadounidenses que cualquier compañía local.

Se sorprendería, sin duda, al descubrir cuántas marcas emblemáticas estadounidense fueron compradas por compañías extranjeras. De hecho, en esta época de desconfianza hacia el libre comercio y la globalización, lisa y llanamente se alarmaría. ¿Su laptop ThinkPad? Propiedad de Lenovo, de China. ¿El Edificio Chrysler? Propiedad del Abu Dhabi Investment Council. ¿La compañía automotriz Chrysler propiamente dicha? Propiedad de Fiat, el fabricante de autos italiano. ¿Sus refrigerios Sara Lee favoritos? Propiedad de Grupo Bimbo de México, el mayor fabricante de pan en el mundo. Los alimentos para niños Gerber, los hoteles Holiday Inn, Vaseline, Alka-Seltzer, Hellman’s Mayo etcétera, etcétera: todos son propiedad de conglomerados no estadounidenses.

Pero antes de que se le atragante el hot dog o salga corriendo a buscar un Jim Beam fuerte (actualmente propiedad de un conglomerado japonés), cálmese. Las empresas mundiales generalmente compran íconos estadounidenses por las buenas y anticuadas razones capitalistas: quieren ganar dinero. No tienen el incentivo de destruir la marca.

esean más bien mejorarla, desarrollar su mercado, mejorar los beneficios y hasta rescatarlas del olvido. Piense en Volvo, por ejemplo. En 2010, el fabricante de autos chino Geely compró al fabricante de autos sueco en apuros en un acuerdo muy notorio que anunció el ascenso de China al mundo.

En ese momento, Volvo estaba al borde de la extinción; después de seis años y una inversión por US$11,000 millones, registró ganancias récord en 2015 y es un actor destacado en el movimiento de los autos sin conductor. ¿Quién era propietario de Volvo mientras luchaba por sobrevivir? Ford Motors de los Estados Unidos.

Si bien las compras extranjeras pueden ser perturbadoras para las compañías, la inversión directa extranjera tiene un largo historial de creación de empleos. Las compañías extranjeras y sus filiales estadounidenses emplean a más de 8,5 millones de personas (6 millones directamente, y 2,5 millones indirectamente) en los Estados Unidos, según la Administración de Comercio Exterior (ITA, International Trade Administration).

En total: 12 millones de estadounidenses deben sus empleos a la inversión extranjera.

En total, el país atrajo casi US$3 billones de capital en inversión directa extranjera, casi el doble que su competidor más cercano, el Reino Unido –una brecha que probablemente crecerá con el Brexit, a pesar de algunos signos de intranquilidad respecto del excesivo partidismo estadounidense.



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