El futuro es impredecible…

El futuro es impredecible…

El futuro es impredecible…

Roberto Marcallé Abreu

Haga el intento. Esfuércese. Imagine el más aterrador de los escenarios posibles. Suponga que esa persona primordial de nuestra existencia, nuestra madre, corre un riesgo mortal.
Anciana y débil, nos mira con ojos de desaliento.

Sus viejas manos tiemblan, sus dedos son esqueléticos y rígidos, la escena resulta dolorosa. En ese rostro puede que ya no vuelva a asomar una sonrisa. El rictus de los labios, la mirada abatida, la actitud postrada, su devastador decaimiento, adelantan un final que podría resultar catastrófico.

Esa pobre mujer ha sido brutalmente arrojada en un rincón penumbroso y desolado. Vilmente maltratada. Usted no puede permitir que eso ocurra con su patria.

¿Qué hacer, entonces? Si ustedes, yo, todos, hacemos el esfuerzo, es probable que el amanecer irrumpa y deshaga este oscuro concierto. Uno cierra los ojos e imagina el rostro de quien dio vida y presencia a ese sueño.

¿Qué pensaría Juan Pablo Duarte?
Puede que también exista mucha tristeza en el patricio, mucha preocupación en esas manos inquietas, mucho desengaño. Es como lo imaginamos. Se niega a aceptar lo que ha ocurrido, lo que está ocurriendo.

Deja su asiento y ahora mira el panorama desolador a través de unas persianas. El retrato ha provocado una convulsión en su ánimo.

“La ocupación es peor esta vez”, es el eco de las confidencias que ha recibido de muchos. “Son miles y miles. Deambulan por todas partes.

Es una multitud, una presencia mayúscula imposible de enmascarar. Como un tumor maligno, ha ido minando nuestra débil estructura social. Los ideólogos y ejecutores han sido estas autoridades, las del partido en el poder, el gran dinero, organismos internacionales, miles de ONG, sectores de la Iglesia, Soros, todos ellos íntimamente confabulados”.

“El ciudadano ha despertado sorprendido ante esta liquidación de un pueblo, una cultura, una historia. Se siente derrotado ante el total respaldo oficial de esta ocupación, por el abandono de que él mismo es objeto, por las agresiones de la existencia diaria, por la propaganda, el ocultamiento, la mentira y la manipulación, por los programas de distracción y embrutecimiento colectivos, por su propia impotencia.

Muchos abandonan, se hacen delincuentes, sicarios, comercian y consumen drogas, matan, se suicidan. Se sienten víctimas de una historia que se repite, los mismos encumbrados de siempre y los políticos, sus programas, su impenitente avaricia, sus esquemas antinacionales. Esos otros que han vendido su heredad por un plato de lentejas…”.

Rosa se le aproxima, mira atentamente a su hermano, le dice que sabe lo que siente, pero que recuerde que él mismo y quienes creen lo que ellos creen no se dejan subyugar ni vencer tan fácilmente.

“El paso del tiempo es indeclinable” le advierte. “Se acerca el momento de una gran decisión. La conspiración no esconde sus banderas: solidaridad y acuerdo con el invasor, ideología de género, aborto, migración masiva, tolerancia y asimilación subrepticia, sustitución, desmonte de la historia, de los valores y los símbolos, apertura fronteriza total, entrega de identidades y status permanente, potestad para elegir y ser elegidos….”.
“Solo que algo ha ocurrido”, le susurra.

“Y a eso se le llama destino. No es extraño en nuestra historia. Nunca hay certezas. No existe el dominio arbitrario de los eventos, las circunstancias, los detalles.

Puede que a la vuelta de la esquina se produzca el amanecer en el que la Patria con la que soñaste, despacio, retome su camino que esta gente ha dañado y pervertido. Este pueblo nunca ha estado solo”. Le vio sonreír. Muy comedidamente, pero sí…



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