República Dominicana, es indiscutible, ha venido haciendo esfuerzos en los últimos años por mejorar la calidad de su fútbol, sin embargo, luce que hay un estancamiento, si tomamos como punto de partida la clasificación de la Federación Internacional, que la coloca hoy en el puesto 154 a nivel mundial.
Este ha sido más o menos el rango que ha mantenido el país en los últimos años, a pesar de las grandes inversiones que ha realizado la misma FIFA, clubes extranjeros con la instalación de academias, canchas en casi todos los centros escolares privados, escuelas de técnicos locales y la formación de una liga profesional.
Es cierto que ese es el deporte nacional de Haití, pero con la crisis socio política y económica que vive ese país desde hace décadas, ocupa el puesto 100, es decir, 54 por encima del país.
Esa situación debe mover a preocupación a las autoridades del fútbol local, porque si bien es cierto que hay una liga profesional con más de 10 oncenos, la pregunta obligada es, ¿cuántos jugadores dominicanos la integran?
No es mala la contratación de refuerzos en una liga naciente, pero debe existir una correlación con el material nativo, por lo que se hace urgente impulsar las categorías menores.
Se conoce que se está haciendo un esfuerzo por echar hacia adelante, pero para ello hay que meterse en el “tutú” que el hecho de proclamar que tenemos liga profesional no significa que estemos avanzando en la formación de jugadores dominicanos de primer orden.
Una muestra del escaso de desarrollo del fútbol dominicano quedó plasmado hace unos días, cuando la selección nacional cayó, vía “paliza”, ante Bermudas. Hay que cambiar el “chucho”.