El fracaso de nuestra seguridad social
El semanario católico “Camino”, de la arquidiócesis de Santiago, editorializó recientemente su preocupación sobre la falta de implementación de políticas sociales a favor de las personas de la tercera edad, por parte del Estado.
Esta posición es una lamentable y triste realidad, pues, en el país no tenemos una efectiva seguridad social que garantice a los adultos mayores un retiro digno, que les permita pasar sus últimos años con sus necesidades básicas cubiertas, luego de haber concluido su vida productiva.
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Este segmento de la población, en su mayoría, vive en un oprobioso estado de necesidad, que les obliga a depender de lo que sus hijos le puedan proporcionar o sostenerse de la caridad pública.
La Ley No.87-01, que crea el Sistema Dominicano de Seguridad Social, de fecha 9 de mayo del 2001, ha sido un total y absoluto fiasco, por las múltiples dificultades que deben atravesar quienes llegan a los 60 años de edad para obtener una pensión digna, independientemente de todas las vicisitudes que padecen cuando requieren de algún servicio de salud.
Y qué decir de muchos profesionales liberales o de aquellas personas que se dedican a una actividad informal, quienes al llegar a la tercera edad, si tienen algunas relaciones sociales, gremiales, sindicales o políticas, deben suplicar al Poder Ejecutivo que los favorezca con una pensión privilegiada, para poder solventar sus gastos más elementales y perentorios.
El fracaso de nuestra seguridad social queda evidenciado en el hecho de que algunas instituciones del Estado tienen sus propios planes de retiro y de salud, totalmente independiente de lo previsto en la Ley 87-01.
Ha llegado ya el momento en que la clase política del país, se aboque a introducir las reformas que sean necesarias a todo el sistema de seguridad social, para dar respuesta a las necesidades de salud y de pensiones que requieren los adultos mayores, con el fin de que puedan vivir sus últimos años con dignidad.
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