El fin del principio

El fin del principio

El fin del principio

Nassef Perdomo Cordero, abogado.

En su discurso al país del pasado domingo, el presidente Danilo Medina marcó las pautas para el proceso que deberá llevarnos a retomar, en la medida de lo posible, nuestras actividades ordinarias.

Describió la desescalada en la que cada fase permitirá más actividades comerciales y productivas.

Esto puede ser confundido por algunos con una vuelta a la normalidad, pero distará mucho de serlo. En realidad, se trata de un proceso tentativo y con vocación de detenerse si los resultados no son alentadores.

La advertencia es necesaria porque hay un ansia generalizada y comprensible de volver a las actividades acostumbrada. Las razones son múltiples: la soledad que acompaña al confinamiento, la necesidad de producir, el deseo de retomar proyectos personales y profesionales suspendidos por la pandemia.

El problema es que, aunque pueda parecer de otra forma, en estos momentos la disciplina es más importante que nunca.
Cualquier traspiés nos condenaría a desandar el camino de la apertura y nos llevaría nuevamente al encierro.

Hay ejemplos, incluso entre los países que han enfrentado exitosamente la pandemia. Por ello, y con el propósito de que las cosas salgan bien, debemos asumirla necesidad de vestirnos despacio porque tenemos prisa.

Si nos dejamos gobernar por las ansias estaremos poniendo en juego todo lo ganado y, con ello, las cosas que debemos garantizar para que el país retome su normal cauce económico, social y político. La desescalada nos sirve para ir aligerando la tensión entre la necesidad del confinamiento y su cada vez más difícil sostenibilidad.

No implica la desaparición de la amenaza, sino una nueva forma de administrarla, a sabiendas de que continúa allí. Tenemos que continuar recurriendo a la capacidad que demostramos de poner el bien común por encima de nuestras necesidades inmediatas. Es el mejor recurso con el que contamos ahora, y en lo que nos falta.

Debemos estar conscientes de que no es el fin, sino sólo el fin del principio. Nos falta mucho camino por recorrer.



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